Deseos insatisfechos

A.M.
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La actriz Magüi Mira pone voz en el Teatro Juan Bravo, este sábado, a los pensamientos de Molly Bloom en la obra 'Ulises', de Joyce, donde reivindica los derechos aún pendientes de las mujeres

Magüi Mira durante su interpretación en el escenario - Foto: Geraldine Leloutre

A sus 77 años, la actriz Magüi Mira, que pasa temporadas de descanso en su casa de Santo Domingo de Pirón (Segovia),  siente como si estuviera empezando de nuevo, aunque tenga una larga carrera con 70 montajes teatrales a sus espaldas – tanto como actriz en roles muy comprometidos o como directora,  además de cine y series–,  porque siente que respira acompasada con el público mientras actúa y da voz a Molly Bloom, cuyos pensamientos profundos quedaron plasmados en ´Ulises',  de James Joyce, publicada por una librera en  París, hace cien años,  porque no se lo permitieron en Londres con una sociedad cerrada y reacionaria, en 1922.   

Es como si empezara de nuevo –«con sangre nueva»–, reconoce, mientras asegura que es la vez que «lo estoy gozando y disfrutando de una manera más profunda porque noto la misma sensación por parte del público;  la primera vez que veo en mis carnes el derecho y la necesidad que tenemos del teatro, de la cultura...».

Después del tiempo, este texto de la que se considera mejor novela del siglo XX, sigue estando vigente: el grito de las mujeres por acabar con la desigualdad y por abolir  muchos de sus deseos insatisfechos: «Seguimos sin resolverlo socialmente, hombres y mujeres, esto no es una guerra de sexos, es un mundo que tenemos que arreglar entre todos para tener una sociedad más justa», admite quien lleva a Molly Bloom a las tablas del TeatroJuan Bravo, este sábado (20.30 horas), en una gira por España que interrumpirá en marzo, para retomar en octubre, después de dirigir dos montajes teatrales y ser una de las protagonistas en una película codirigida por la escritora Elvira Lindo y Daniela Fejerman.

Fascinada cada vez que da voz al personaje que se corresponde simbólicamente con la Penélope de 'La Odisea', de Homero,  Magüi Mira –que aparec en escena sobre una cama de hierro– asegura: «Yo no soy Molly Bloom pero Molly Boom soy yo;  hay deseos que Joyce escribió, era el pensamiento de Molly, ahora conmigo toma carne en el escenario, no es la misma sensación que recibe quien solo lee el texto». 

Molly, cantante de opereta,  podría haber llegado a ser una 'prima donna', pero no  tuvo su lugar profesional, obligada a quedarse en casa, y en la cama quiere obtener su placer y se da cuenta de que no es una mujer sujeto sino objeto sexual del hombre. «Es un deseo insatisfecho, todo el texto de la obra es lo que está en su cabeza [de Molly],  lo que nunca contamos, y piensa qué le va a decir a su esposo 'ahora me toca a mi y me lo vas a hacer dónde yo quiera y cómo yo quiera...». Las mujeres seguimos fingiendo orgasmos para complacer al hombre, tenemos todavía ese deseo de tener nuestro sitio en la cama, respetado, ella lo dice,  '¡yo que tengo que fingir que disfruto hasta que se corra', eso está escrito hace cien años y seguimos igual», subraya la actriz mientras se muestra convencida de que «las mujeres estamos sometidas a la sumisión, hacemos el sexo que quiere el hombre, no el que queremos nosotras, siempre hay excepciones, vamos avanzando, pero en un porcentaje grande salimos desenfocadas en la foto de la cama».  

Y Molly también quiso ampliar sus conocimientos, estudiar, pero fue otro de sus deseos insatisfechos... 

Penélope encerrada esperando a Ulises que no llegaba a Ítaca, ejemplo de fidelidad conyugal, y Molly con noches en vela mientras su esposo Leopold recorría las tabernas   de Dubín, emborrachándose y visitando prostíbulos, la obra recoge el último episodio de la novela, un mónologo interior de 24.000 palabras, un soliloquio de Molly.  Marta Torres y Magüi Mira, encargadas de la dirección, han dejado el texto en 7.300 palabras, para una hora y veinte minutos de duración. 

Magüi ya estrenó esta obra escrita por Sanchís Sinisterra,  en 1980, en plena transición. 42 años después le sigue pareciendo que «este texto nos pone contra las cuerdas, aunque tiene más ironía, hay cosas que antes me parecían normales, ahora el público y yo nos reímos, era una mujer joven que surfeaba mucho la realidad, se ha avanzado pero queda mucho pendiente», aclara la actriz y directora antes horas antes de pisar el escenario.