De Segovia al cielo

Sandra Segovia
-

Vega y Saúl, de diez y ocho años, han realizado una expedición a la Cordillera Blanca de Perú ascendiendo a más de 5.000 metros de altitud acompañados por sus padres, José María y Celia

De Segovia al cielo

Ellos no son una familia normal. Son una familia aventurera y amante de la montaña, en todas sus formas. José María Jiménez, Celia Rubio y sus hijos Vega y Saúl, de diez y ocho años respectivamente, han realizado una expedición durante este verano a los nevados de la Cordillera de Los Andes, en Perú. 

Pero esta idea no nace de la noche a la mañana, ya que se necesita preparación y experiencia. Dos cualidades que tanto José María como Celia poseen, pero que los pequeños de la familia están empezando a desarrollar.
«Nosotros hemos hecho ya muchas expediciones anteriormente y teníamos experiencia. Pero cuando tuvimos a los niños dejamos de hacer cosas, aunque a medida que ellos han ido creciendo hemos ido recuperando poco a poco la afición por salir al campo y, de buenas a primeras, te encuentras con que ya hacemos rutas con ellos como si fueran adultos», revela José María.

En lo que respecta a la preparación previa, sus padres aseguran que es intensa. «Hacemos muchas salidas a lo largo del año. En verano casi salimos todos los fines de semana, y durante el resto del año si hay puentes los intentamos aprovechar también, además de que procuramos salir entre dos y tres fines de semana al mes durante el invierno», relata Celia. 

De Segovia al cieloDe Segovia al cielo

Pero José María y Celia explican que «los niños son más sensibles al frío»; además de que no están preparados para cargar el peso necesario para las expediciones largas, por lo que son sus padres los que deben portar con el material, que aumenta considerablemente con «'por si acasos'» . «Procuras llevar más ropa, más botiquín, más comida, más agua y más de todo», señala José María.

A esto se suma que los pequeños tienen que ir 'atados' en lugares en los que sus padres podrían pasar sin la necesidad de usar la cuerda. 

Su padre se emociona al contar que las condiciones en las que han realizado la subida a los Andes han sido complicadas, pero que Vega y Saúl han sabido anteponerse. «El deporte en la montaña es muy sacrificado, entonces requiere mucho esfuerzo y mucha preparación. Salir de la tienda de campaña, a oscuras y con frío, sin saber dónde vas, es muy duro», explican José María y Celia. 

De Segovia al cieloDe Segovia al cielo

Pero todo esfuerzo merece la pena. Así, Vega y Saúl, a pesar de su corta edad, han coronado una cima de más de 5.000 metros. Y sí, es la más alta para ellos, pero no la única ya que dentro de su currículum cuentan con subidas al Aneto o a los Alpes, además de haber recibido una mención de oro en el IV Trofeo de Cumbres de Castilla y León 'El Cainejo', para lo que es necesario coronar 28 cumbres de la Comunidad. Aunque ellos lo tienen claro: La Cordillera Blanca es el destino que más les ha gustado hasta el momento.

Expedición. La familia se desplazó a Huaraz, la ciudad conocida como 'la Suiza peruana'. Allí, tras unos días conociendo la cultura de la zona, se lanzaron a la aventura. Para irse aclimatando y poder adaptar el cuerpo de forma correcta a la altura, la familia realizó diversas ascensiones,  comenzando por la laguna Wilcacocha (3.750 m), seguida de la laguna Churup (4.450 m), la laguna Churupita (4.597 m), la laguna 69 (4.605 m) y, finalmente, el glaciar Nevado Pastoruri (5.050 m). Al conseguir una correcta aclimatación, comenzaron a ascender ya por encima de los 5.000 metros.

El primer nevado coronado fue el Mateo (5.150 m); seguidamente, tras una jornada de descanso se adentraron hasta la Quebrada Ishinca, donde pasarían la noche. A continuación, llegaron hasta el Nevado Ishinca (5.530 m), donde la familia tuvo que separarse por las complicaciones. «Saúl no se encontraba bien del todo, y aunque él quería seguir y posiblemente hubiera subido, decidimos que no continuara», explican. Por lo que Celia y Saúl dieron la vuelta.

De Segovia al cieloDe Segovia al cielo

José María y Vega continuaron con la expedición, hasta llegar al Nevado Urus (5.420 m). Pero ahí no acaba la historia, quedaba la última parada: el Nevado Vallunaraju (5.686 m), al que consiguieron llegar tras pasar otra noche en la montaña.

Una hazaña sorprendente, tanto para Vega como para Saúl. «Este año han causado mucha sensación» entre montañeros, guías de montaña y personal de la zona, revela Celia. «Allí nos dijeron que no había subido ningún niño a esa montaña. Tal y como nos transmitieron los propios alpinistas y lugareños en un principio nadie hubiera pensado que aquellos diminutos niños fueran a ser capaces de ascender ni tan siquiera a las lagunas más accesibles, pero el tesón, esfuerzo, sacrificio y preparación previa han demostrado todo lo contrario, llegando a cumbres para las que muchos alpinistas se preparan durante toda una vida, requiriendo años de entrenamiento y esfuerzo para realizar estas ascensiones», desvela la familia.

De cara al futuro, José María explica que «aún les queda mucho por aprender». «Hemos abierto una línea y hay muchas montañas por subir si ellos quieren. El límite lo van a poner ellos». Pero al preguntar a Vega, tiene claro que quiere seguir la trayectoria familiar: «Yo quiero ir a las montañas de Buenos Aires».

De Segovia al cielo
De Segovia al cielo

Con su historia, la familia Jiménez Rubio espera animar a otras generaciones de montañeros, sirviendo de inspiración y ejemplo. Todas sus aventuras, que no son pocas, además de información detallada sobre sus experiencias, se puede conocer a través de su página web o sus redes sociales bajo el nombre 'Explorando rincones'. 

ARCHIVADO EN: Perú, Segovia, Buenos Aires, Suiza