Se busca futbolista sin miedo, rápido de piernas y de mente, fiel, comprometido, insolente, preferiblemente cargado de fútbol y arrogancia juvenil, capaz de aceptar, entender y aplicar inmediatamente órdenes del capataz al servicio de un plan. Abstenerse divos, figurones, posturitas y estrellas fugaces sin espíritu de equipo ni capacidad de adaptación a las exigencias del fútbol moderno. Razón: selección española de fútbol.
Y esa sería la idea, básicamente, con la que Luis Enrique diseña las convocatorias de España, una selección en permanente proceso de transformación: del primer partido con el asturiano en el banquillo (8 de septiembre de 2018) al que ganó el pasado miércoles en Italia solo se mantienen seis nombres: en aquel 1-2 en Wembley fueron titulares Busquets y Marcos Alonso, jugó Sergi Roberto saliendo desde el banquillo y suplentes Azpilicueta, Íñigo Martínez y Rodri. Seis de 23.
En Italia, la convocatoria apenas superaba los 25 años de promedio: la idea de 'Lucho', que selló un partido táctico asombroso (ya en la Eurocopa arrolló a Mancini... pero sin premio), es cambiarle definitivamente el paso a una selección demasiado previsible en el verano del 18.
El nuevo fútbol
Para adaptar a España al fútbol moderno sobran 'equis' piezas y hacen falta 'equis' otras. La juventud es la primera de ellas, y en este aspecto se coronó en San Siro el 'niño' Gavi, la sensación del partido. Con 17 años y 62 días pulverizó el récord de precocidad en la historia de la selección, ganó por KO su duelo con su ídolo, Marco Verratti, metió el pie con dureza cuando hizo falta (cometió siete, el que más del partido), repartió juego con velocidad y precisión y no mostró una sola arruga. «¿Futuro? Gavi es presente», dijo su entrenador.
Porque podía haberse arrugado, sí, pues ningún niño es impermeable a la actualidad, y Gavi se había convertido en el epicentro del terremoto generado por la convocatoria de Luis Enrique, pero ni la presión ni el escenario ni la presencia de un mediocampo de primer nivel mundial (Verratti-Jorginho-Barella) pudieron con el chaval. Un crío que, sobre el césped, ha olvidado el reflejo de sonrojarse.
Estilo coral
En la libreta del seleccionador, un 'Profesor' de la 'Casa de Papel' con un plan brillante y alocado, no hay actores secundarios. O lo son todos, o todos protagonistas: perfil bajo (cualquier selección puntera tiene un jugador más mediático que Sarabia-Oyarzabal-Ferran) e infatigable trabajo en equipo. El que llega, lo sabe. Yeremi Pino (19), otro estupendo jugador canario de fútbol desvergonzado, debutó percutiendo con arte por la derecha mientras Bryan Gil (20) trataba de hacerlo por la izquierda. España ilusiona y sabe lo que se hace.