Diego Izco

TIEMPO MUERTO

Diego Izco

Periodista especializado en información deportiva


Milán

25/11/2020

Milán es una ciudad que huele a fútbol clásico, con nostalgia, fuerza y bouquet. Huele a muchas más cosas, por supuesto: ópera, universidades y religión (conozco a un tipo, bien leído, culto y ateo, que dijo «no me extraña que la gente crea en Dios con construcciones como ésta» cuando visitó el 'Duomo'). Pero en el imaginario del aficionado medio Milán es fútbol, sí, es Associazione Calcio e Internacionale, y para los más viejos del lugar a la siguiente generación, Milán es Suárez, Van Basten, Maldini, Zanetti, Gullit, Ronaldo, Baresi, Altobelli, Rivera, Shevchenko, Bergomi, Altafini, Mazzola, Rijkaard, Faccheti, Nordahl, Meazza…

Pero, si se fijan, hay una generación, justo la siguiente, que asocia todo lo que tiene que ver con la gloria del fútbol italiano a la Juventus, a los nuevos 'pijos', a un Mundial (2006) que Francia todavía está buscando… y Milán «le suena».

Que el Real Madrid se juegue billete y medio de la Champions en la 'capital' italiana del Norte tiene un inconfundible aroma a ese fútbol clásico de cuando no había tanta chorrada, tanto vídeo, tanta 'vedette' con espinilleras y los partidos se jugaban a pecho descubierto y tumba abierta porque todo, desde el principio, eran eliminatorias. Y si te tocaba un Inter de Milán en noviembre, te la jugabas temblando en el Giuseppe Meazza, que era lo mismo que San Siro pero cambiaba de nombre según quién jugaba (y sigue siéndolo).

Puede que todo sea descafeinado esta noche. Que el Inter está harto de invertir sin conseguir y suene a proyecto caducado, y que el del Real Madrid no esté mucho mejor o directamente agotado. Puede que no ya haya brillo el brillo de antes… Pero el honor permanece. Es Milán. Es el Inter. Es el Madrid. Es la Copa de Europa. Y son conceptos que, juntos, tejen otro trocito de historia.