El paisaje subversivo de Borondo

A.M.
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El artista internacional ofrece en Segovia una visión contemporánea y personal de la insurrección de los Comuneros de Castilla a través de 32 vallas publicitarias

Metáfora de la quema de Medina por no dejar los cañones para atacar a la Segovia sublevada - Foto: ROBERTO CONTE

El artista internacional Gonzalo Borondo (Valladolid, 1989), que ha fijado su residencia en Segovia, con la que se siente muy vinculado desde sus inicios, emplea la metáfora de la naturaleza y del paisaje como elementos subversivos y una buena manera de hablar de los conflictos entre el ser humano, nuestro entorno y nosotros mismos. Es la forma que ha tenido de enfocar su proyecto ‘Insurrecta’, un recorrido único que hace referencia a distintos pasajes históricos de la revuelta comunera a través de 32 vallas publicitarias repartidas por 17 localizaciones diferentes, todas fuera del habitual centro neurálgico de la ciudad  en la expresión del arte.

 Empleando diversas técnicas, tras esas metáforas esconde su visión de la historia de rechazo contra Carlos I,  entre 1520 y 1522, desde los antecedentes cincuenta años antes, cuando ya hay crispación ciudadana después de que la Reina Isabel cede los sexmos de Valdemoro y Casarrubios; a la presencia de los ‘cabezas’ del levantamiento popular Juan Bravo, Padilla,Maldonado y María Pacheco, la quema de Medina del Campo por negarse a entregar su artillería para atacar Segovia; un homenaje a Goya,  que introduce y divulga el pensamiento crítico con sus grabados;  el linchamiento por el pueblo de Rodrigo de Tordesillas, los fueros o la batalla de Villalar y el ajusticiamiento de los líderes de la insurrección, excepto de María Pacheco que huyó a Portugal.  

El autor, que presentó su exposición este día de San Pedro, junto con la alcaldesa Clara Luquero y la concejala de Cultura, Gina Aguiar, habla de pasajes históricos interpretados: «No lo he querido hacer en clave folclórica, sino personal, la historia es el hilo conductor, pero para analizar otras ideas, como el conflicto, los roles, oprimidos, opresores y cómo todo esto lo iremos viendo a través de las obras de manera más completa».

Gonzalo Borondo delante de una de sus obrasGonzalo Borondo delante de una de sus obras - Foto: A.M.Con lo que no contaba es que la pandemia apareciera en pleno proceso de creación, de ahí que hayan influido aspectos como el de la recuperación de la ciudad vacía en confinamiento por animales ‘rebeldes’, para representar a los dirigentes del levantamiento armado contra un rey que empleó la presión fiscal contra su pueblo, para recaudar dinero,  a través de un caballo, un becerro y dos perros.

Aunque en las obras hay diferentes técnicas, imágenes , colores y materiales, todas forman parte de  un recorrido único en un diálogo directo con el espacio, realizando una transgresión del mismo, aunque respetando la esencia que mana, según reconoce este artista quien muestra interés porque «desaparezcan esas barreras invisibles que existen entre arte y vida, integrar la obra artística al espacio común y no solo a los espacios dedicados al arte, trabajando desde un lenguaje figurativo accesible pero no inmediato, que genere reflexión y pensamiento crítico».

Sin embargo, todas las obras presentan como matriz común el monotipo, técnica que usa las herramientas del grabado pero generando una sola copia, con lo que Borondo quiere homenajear la intención divulgativa de las series de grabados ‘Los caprichos’ y ‘Los desastres’, de Franciso de Goya.

HASTA 2021. Esta a exposición urbana contemporánea, promovida desde el Ayuntamiento, con la colaboración de Acción Cultural Española, con un presupuesto cercano a los 40.000 euros –muy por debajo de la cotización del artista– concluirá el 23 de abril de 2021, coincidiendo con el quinto centenario de la batalla de Villalar, cuando el consistorio dará por concluidos los actos vinculados a esta efemérides que tuvo a Segovia entre algunas de las ciudades protagonistas del levantamiento comunero. 

Tanta expectación ha despertado esta intervención que la alcaldesa se plantea que, lejos de sacar as vallas a concurso como soportes publicitarios, se utilizaran  de forma exclusiva para el arte y, de esta forma, que salga al encuentro del ciudadano, «no descartemos nada», matiza Luquero.

Según sus palabras, Borondo «propone una visión contemporánea de la revuelta comunera, profundizando en el contexto de rebeldía como lucha contra lo establecido y las imposiciones; la rebeldía es un concepto clave para la cultura y para el arte, está detrás de la evolución de los lenguajes y las temáticas, de la exploración de los límites y de la creación de nuevas formas de mirar el mundo, estrechamente vinculada a la creatividad y a la innovación; hace un retrato de los hechos históricos desde un planteamiento metafórico y siempre en diálogo con el paisaje inmediato,   de la realización de la obra han sido testigos los ciudadanos, se ha generado expectación, empezamos a propiciar la reflexión, a pellizcar sensibilidades y conciencias».

El proyecto nació, según Aguiar, cuando «de forma inocente» este artista preguntó de quién eran las vallas publicitarias  repartidas por el casco urbano «porque en su cabeza de artista ya había soñado cómo transformar esos soportes distribuidos por la ciudad». Tuvo la suerte de que las que eran municipales estaban en proceso de licitación y podían ser utilizadas. Se plantea una votación popular para ver cual de las lonas de 8 x 3 metros se queda en el lugar donde ahora se encuentra o el diseño de una rtuta turística y, sobre todo, una exposición en La Alhóndiga con los bocetos originales trabajados con la «mirada contemporánea de este castellano viajado», como definió Aguiar al artista,  incluso los planteados en un principio.

Con el epílogo,  evocando al ‘Jardín de las Delicias’, en colaboración con An Wei Lu Li,  acaba la denuncia de la irrupción del hombre en el paisaje, también de la publicidad,  incluso, Borondo hace autocrítica de su propia intervención como una nueva invasión.