30 años y una bonita casualidad

Cristina Sancho
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La segunda vez que no se disputa la Clásica Ciclista de la Chuleta coincide con el aniversario del triunfo de Óscar González, el único cuellarano que ha ganado la carrera a lo largo de su historial.

La corregidora y las damas de las fiestas de Cuéllar entregan el trofeo a Óscar González. - Foto: DS

Este pasado domingo 11 de abril ha sido un día de recuerdos para los vecinos de Cuéllar y la comarca pero especialmente para unos cuantos cuellaranos que tienen algo en común. Feliciano Marinero, Felipe Gómez, Félix Gómez, Luis Bardera, Pablo Tejero, Eulogio Calvo, Julio Espeso, Óscar González, Adolfo Tejero, Pipe Gómez, David Tejero y Mario Herguedas son los cuellaranos que han participado al menos una vez en la Clásica Ciclista de la Chuleta. Estos días hubieran sido de preparativos entre familias y grupos de amigos para bajar al pinar y, a la par que se animaba a los ciclistas, degustar las tradicionales chuletas a la parrilla tan tradicionales, pero por segundo año consecutivo la pandemia se ha llevado por delante la celebración de esta cita que combina competición y ocio. 

Lo que no puede llevarse la pandemia son los recuerdos y en 2021 son especiales para uno de los cuellaranos que recorrió las carreteras de la comarca en esta tradicional prueba deportiva. Óscar González ha sido el único cuellarano en ganar esta prueba a lo largo de sus 63 años de historia. El único año que la disputó. En 1991 González cruzaba la línea de meta en el barrio de Valdihuertos echando el resto en la subida para lograr este hito. Entonces tenía 19 años. Hoy 30 años después, cuando El Día de Segovia llamaba a su puerta recordándole la fecha, apenas se acordaba de la coincidencia, pero el brillo en los ojos no tarda en aparecer para rememorar cómo fue aquella carrera. Recuerda que compitió en las filas del Cadalsa de Valladolid bajo la dirección deportiva de Moncho Moliner. Era su primer año de aficionado y esa temporada, que acabó con unos 20.000 kilómetros en las piernas, arrancaba con la Clásica de la Chuleta como una de las primeras piedras de toque.

Cuando se enteró de que el club se había inscrito en la prueba de Cuéllar tampoco le llamó la atención porque en aquella época era habitual competir en las carreras que había por toda la comunidad. Lo de ganarla no estaba en su mente pero se puso de cara y en la recta final no dudó en intentarlo. Los recuerdos de aquel día son bonitos. Con nervios antes de salir. «Los nervios son buenos. Son el plus que te permitía estar alerta desde el principio, pero como en cualquier otra carrera, porque nadie es profeta en su tierra. Te lo planteas como una prueba más. Estaba atento» afirma con humildad. Con el paso del tiempo califica la victoria como una casualidad y un cúmulo de circunstancias que se pusieron a favor durante la carrera y que supo aprovechar. El hecho de haber sido el único cuellarano que ha ganado la prueba considera que es anecdóctico. «Si da la casualidad, como dio, que coges la escapada buena, todo el mundo colabora y tira, al final sale el resultado. De los que íbamos escapados podía haber ganado cualquiera, pero tuve mi día», recuerda ahora.

Pelotón de la Clásica Ciclista de la Chuleta, durante la edición de 2019, la última disputada hasta ahora.       Pelotón de la Clásica Ciclista de la Chuleta, durante la edición de 2019, la última disputada hasta ahora. - Foto: C. S.

La prueba transcurrió entonces por la antigua carretera de Segovia para adentrarse en la zona de El Carracillo, la carretera de Arroyo y vuelta a Cuéllar. Unos 180 kilómetros en seis vueltas en la que es considerada la prueba en llano más dura, sobre todo por la falsa recta de entrada a Cuéllar y la calle Nueva, que hacen que se vaya partiendo la carrera. Aunque jugaba en un recorrido conocido, no considera que partiera con ventaja porque no solía entrenar por la carretera de Segovia debido al alto tráfico de la vía. Pero sí . Recuerda que iba escapado con su amigo Marco, con el que durante cuatro años había compartido equipo. «Íbamos un grupo majo en el que nos entendimos todos. Nos escapamos, fuimos sacando distancia y vimos que podíamos llegar. Hubo tensión en la entrada a Cuéllar, donde llegamos tres escapados. Allí se arrancó uno de ellos, pero le aguantamos el tirón y en los metros finales al inicio de Valdihuertos arranqué con fuerza en la subida y lo conseguí». 

Cada vez que se aproxima la fecha es inevitable que salten los recuerdos. «Yo creo que mi padre se sentía más orgulloso de mí que yo de mí mismo, porque ganar no es nada fácil», comenta. La carrera desde dentro se vive muy distinta que desde fuera, pero reconoce que se nota la afición y los ánimos de la gente. Ahora cree que está más profesionalizada que entonces. Entonces, cuenta, se vivía muchísimo el ciclismo porque coincidió con la etapa profesional de Perico Delgado. «El ciclismo era espectacular, de gran nivel y se veía mucho más. El ambiente en la prueba era muy bueno, la gente te reconocía en la carrera, pero el que va dentro no oye, no eres consciente. A veces ves a los que te animan e identificas a los conocidos, pero te centras en la situación interna de la carrera».

En esa época en Cuéllar había escuela de cadetes y juveniles, primero  con el Electricidad Eufón y después con el Mariano Rico. González militó en los dos y después pasó por otro club en Segovia y terminó en el Cadalsa de Valladolid, donde ese año decidió terminar su carrera. Después de dejar la bici un par de años, volvió a subirse y con los años practicó triatlón. Ahora sigue rodando como aficionado y con pena de no poder disfrutar este año de la Clásica de la Chuleta como el resto de cuellaranos.

Óscar González y su excompañero de equipo Marco.
Óscar González y su excompañero de equipo Marco. - Foto: DS

De aquella etapa se queda con el carácter, la constancia y el empeño para poder conseguir las cosas. «Saber que aunque seas tú el que gane, podrían haber ganado otros 20 igual que tú. Sólo puedes ganar una carrera si hay un buen equipo detrás», señala. «En ciclismo se pierde muchas más veces que se gana», añade. Él ganó una vez y ahora lo recuerda cada año, al igual que no se olvida de su amigo Marco que quedó segundo en la prueba. O de su padre, Alfonso, que a tantas carreras le acompañó. Quiere que estas líneas sirvan de homenaje a ellos por su ayuda y apoyo.