Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Mal año

31/05/2022

Mal año agrícola, al menos en los cereales. Los últimos calores se han cargado una cosecha que parecía buena. Abril se portó bien, pero mayo ha sido un enemigo mortal. Las cebadas han pasado de verdes a blancas en tres o cuatro días; los trigos han perdido ese color alimonado que indica la buena granazón. Cuando entren las cosechadoras, si entran, se verá, además, que el grano pesa poco, que, como dicen en mi pueblo, está revenido, que ha mermado. Debido a su liviandad, mucho se irá con la paja, sin llegar al depósito. Hay zonas donde la situación es tan deplorable que bastantes labradores han segado en verde para aprovechar tallos y espigas como forraje, es decir para no perder tanto. De eso precisamente, de las pérdidas, se habla ya. Las asociaciones agrarias comienzan a reclamar a las administraciones ayudas y tratos preferenciales. Es hora de pasar del dicho al hecho, de convertir aquellas loas a los labradores durante la hora punta de la pandemia en apoyos concretos. Se nos llenó a todos la boca de alabanzas al sector agrario cuando pintaban bastos. ¿Recuerdan aquello de los sacrificados productores de alimentos, los que seguían saliendo al campo cuando los demás estábamos confinados? Pues, por desgracia, ha llegado, y pronto, la hora de reconocérselo con medidas que les permitan eso, seguir produciendo alimentos. Que no se nos olvide.
Mientras tanto, la Junta de Castilla y León continúa con su empeño, reiterado cada poco, de acabar con el paro. En el último Consejo de Gobierno aprobó una larga retahíla de nuevos asesores, ayudantes, edecanes y demás cargos imprescindibles. La novedad (ju, ju, ju) es que todos (o casi) son, como en las esquelas, «hijos, sobrinos, primos y demás familia». Repasa uno la lista de nombramientos (a dedo) y, oiga, se repiten los apellidos como si la Administración regional se rigiera por clanes. Y luego están los que fueron, dejaron de ser y ahora retornan, aunque, en realidad, siempre estuvieron. Las nóminas oficiales son adictivas con Vox y sin Vox. ¡Qué cosas tiene la alta Política como para no creer en ella!