El largo camino hacia la igualdad

J. Benito Iglesias
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En el ámbito de la mujer rural el trabajo puede ser un poco más complicado si cabe, aunque se van dando muchos pasos adelante

Sara Muniosguren

El debate sobre si el techo de  cristal aún debe ser roto para visibilizar un empoderamiento real de la mujer y alcanzar una igualdad efectiva con el hombres sin distinciones sigue muy vivo. En la mesa de redacción organizada por Diario Palentino quedó patente que existen muchas barreras que saltar y obstáculos que superar, pese a los grandes avances de los últimos años, para que el binomio mérito-capacidad, a la hora de acceder a puestos de responsabillidad con una equidad sin límites, se cumpla y deje de existir la distinción entre sexos. 

Las ponentes explican que, en el caso de la mujer rural, el trabajo puede ser un poco más complicado si cabe, aunque se van dando muchos pasos. «Se habla de empoderamiento femenino y tenemos ya muchas alcaldesas, mujeres con cargos en cooperativas agroalimentarias y en otras entidades con cierto peso. Lo que ocurre es que la mujer,  pese a los talleres formativos en este sentido, no se valora lo suficiente así misma como debe y le cuesta dar pasos firmes hacia adelante, pese a que está preparada para ello sobradamente. En ello influye que el machismo está mucho más encorsetado y enquistado en el medio rural. Incluso, en los ámbitos familiares no se ayuda con pautas educativas no acordes a la situación actual. Las mujeres que al final deciden acceder a cotas de responsabilidad se dan cuenta de que lo pueden hacer muy bien como cualquier otra persona y queda demostrado que realmente es así»,  afirma Manuela Ramos, técnica de la Federación de Mujeres Rurales (Ceres) y de Coag Castilla y León.

Desde el punto de vista de la Dirección General de la Mujer, su máxima responsable cree que el asunto de la igualdad de oportunidades se tiene que abordar de forma transversal. «La mujer no tiene que pedir igualdad, se trata de una posición social y no se consigue si no somos conscientes de esa necesidad y hacemos todo lo posible para pedirla y conseguirla. Si alguien piensa que es solo una cuestión de chicas nos retrotraeremos a los tiempos donde existía la Sección Femenina en los años 70», ironiza Ruth Pindado, para poner sobre la mesa que ser iguales no es cuestión de ser hombre o mujer, sino de que cada uno esté donde sus méritos o capacidad le puedan situar.

«Hay que ver los beneficios de la igualdad y a veces se nos llena la boca de la palabra inclusión, peo luego no sabemos lo que significa incluir, que es justamente lo contrario de excluir. Es cierto que el mundo rural tiene unas características distintas pero, como ejemplo hay notarias que seguramente tienen una vida muy similar a la de una agricultora. Quizás en otras profesiones las dificultades pueden ser más grandes», indica.

A todo ello, la psicóloga y directora de Proyecto Hombre-Fundación Aldaba de Valladolid, Mari Paz de la Puente, pone el dedo en la llaga. «Me rebela por dentro que, a veces, haya conocido situaciones en la vida donde en un determinado puesto de responsabilidad tenga que haber alguna mujer, cuando lo lógico es que la valía sea un elemento que se cruce a la hora de elegir  tanto con las mujeres como con los hombres. En ocasiones, mirar solo desde el número las perspectiva de género a mi parece un reduccionismo y las mujeres, algunas al menos, volvemos a sentirnos utilizadas», enfatiza.

Las cuotas. Manuela Ramos y Ruth Pindado, aunque pueda resultar un mal menor, ven en el establecimiento de cuotas algo necesario para avanzar en igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, aludiendo a la existencia de  elecciones democráticas desde 1977 y a que, aunque con avances, en el ámbito femenino, aún hay mucho por hacer. «Si las diferencias que había se rompieron por ahí y por ser mujer se accedió a un cargo o puesto de responsabilidad, así al menos se habló de ello y se dio la posibilidad de demostrar lo que valemos», finaliza Ruth Pindado.

Más redes para poder acercar oportunidades

Ruth Pindado, citó las nuevas redes que se han ido incorporando en materia de igualdad. «Se crearon as redes de  la mujer rural, las de igualdad en las universidades, la de violencia de género, ola de igualdad en las entidades locales. A todas ellas van dirigidas las ayudas, para que, cada una en sus ámbitos, pueda formar. En el caso del mundo rural, acaba de terminar un curso sobre liderazgo de mujeres. Es importante porque, con buena formación y recursos, se puede fijar población y acabar con el envejecimiento», precisa.