La crisis de costes sube más de un 30% la reforma de vivienda

David Aso
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Las empresas de reformas ya aplican la escalada en presupuestos que se revisan cada semana, mientras proliferan los contratos de precio abierto en la construcción y venta de viviendas nuevas

Obras de construcción de viviendas que se llevan a cabo actualmente en San Cristóbal de Segovia. - Foto: Rosa Blanco

La escalada de costes de las materias primas que sacude todos los sectores desde mediados de 2021, agravada desde enero y sobre todo tras desatarse la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, tiene en la construcción uno de sus máximos exponentes. El impacto sobre los precios finales de las reformas de viviendas ha sido inmediato y ya se están pagando «hasta un 30 y un 40% más caras que hace un año», estima el presidente de la Asociación Provincial de Industrias de la Construcción de Segovia, Javier Carretero. «Una reforma completa de un piso de 80 metros cuadrados que hace un año te pudiera costar 50.000 euros se ha puesto ahora a 70.000; o en un piso de 100 metros, calcula que haya pasado de 60.000 o 70.000 a 90.000 o casi», resume.

En vivienda nueva, las que ya están terminadas no reflejan todavía semejantes incrementos porque los costes de construcción que se asumieron a lo largo de la ejecución fueron inferiores a los de ahora, pero desde el sector sí se advierte de que puedan hacerlo las que empiezan a levantarse en estos meses. El precio final dependerá de cómo evolucionen los costes de cada partida durante la ejecución de los trabajos, pero en esos porcentajes interanuales del 30-40% señala el presidente de la patronal provincial que se están moviendo ya las operaciones entre constructores y promotores. Aunque eso sí, con contratos que se están firmando con presupuestos sin cerrar, condicionados precisamente a la evolución del mercado en la mayoría de los casos; igual que está sucediendo cuando un particular aspira hoy a comprar sobre plano un inmueble a un año vista o más.

Los contratos de precio abierto, que así se les llama, se extienden ahora por la rama del ladrillo al estilo de lo que viene pasando en otras como la de la restauración con los banquetes de boda que se reservan a varios meses vista o ya de cara a 2023, para prevenir que precios fijados hoy no alcancen a cubrir los costes de mañana y la parte vendedora se vea en la tesitura que tanto temor despierta en estos tiempos de trabajar a pérdidas o con márgenes mínimos. No en vano, en la construcción ya ni se garantizan presupuestos más allá de un puñado de días.

«Si voy a hacer la obra de un baño, que se hace en una semana, doy presupuesto para esta semana porque para la próxima deberá revisarse, y si se trata de construir un chalé, por ejemplo, que eso ya supone hablar con mucha más antelación, en el contrato pondré que deberán revisarse los precios. Si el cliente está de acuerdo, adelante; y si no, tendrá que buscar a algún suicida que quiera hacerlo», sentencia Carretero. «Los precios no me los voy a inventar: si suben en los meses que pasen se subirá el presupuesto; y si bajan, se bajará», insiste, pero no hay predisposición general a la aventura después de haber tenido que «ingeniárselas» para cuadrar costes en el último año con precios de 2020 que, al estar cerrados por contrato, no daban margen legal a ajustes.

LAS PARTIDAS MÁS VOLÁTILES. «Un ladrillo cerámico tabicón (de uso en paredes de viviendas) ha llegado a subir de 8 a 48 céntimos en un año», argumenta Carretero. «La semana pasada coincide que bajó a 38», matiza, pero no deja de evidenciar un incremento acumulado de casi el 400%. «El ladrillo de termoarcilla (habitual en muros) ha subido también alrededor de un 300%; el aluminio que usas para los radiadores, un 80 o 90%; el hierro, un 100%; el azulejo menos, un 20%, pero también es una subida importante, y más fuertes en el PVC, el cobre, la madera… es que es todo». Fundamentalmente por el impacto inicial de la escalada energética sobre los costes de producción de esos mismos materiales; la luz y el gas que requiere su producción, y los carburantes para su transporte.

De tal volatilidad de precios y la necesidad de adaptarse da fe Felipe Gala, director del Grupo Sadinoa, evolución de la veterana empresa segoviana Ferrogal que desde hace pocos años trabaja también en Madrid, y que esta misma semana firmaba un contrato para construir seis chalés de lujo en Torrelodones por 1.950.000 euros; «unos 200.000 más» de lo que hablaron las partes en diciembre, de forma que en este caso el incremento ha rondado el 11%, pero en apenas un cuatrimestre. «La subida venía del año pasado y lo que viene ocurriendo desde enero ha sido ya escandaloso, brutal», afirma. «Hemos estado unos meses en los que nadie te daba presupuestos claros, no se podían contratar obras, así que hasta que no hemos podido tener claro el precio que podíamos defender, ni el promotor ni nosotros hemos querido firmar».

Sadinoa también empezaba hace unos días a construir un chalé en Marazuela. «Contraté a mediados de marzo y para cuando he tenido la licencia, sólo en ladrillos el chalé ha subido 5.000 euros», retratando una vez más la inestabilidad de un mercado en el que «quienes llevan idea de hacerse segundas viviendas se están replanteando empezarlas». «El caso es que tú presupuestas un chalé que hace un año se trabajaba a un precio medio de 1.000 euros por metro cuadrado y ahora no lo bajas de 1.300, o sea que ha subido sobre un 30%». Una evolución parecida a la de los edificios residenciales, subsector donde también tiene presencia este grupo de origen segoviano que, sólo durante 2021, facturó 5,2 millones de euros.

En cuanto a las reformas, Gala coincide con Carretero (en conversaciones por separado con El Día) al apuntar que «en un año han podido subir un 30% y hasta un 40% en algunos casos». «Pero es que ya no se puede soportar más lo que hemos tenido que defender por contratos con precios cerrados en 2020, y ahora mismo es preferible no coger nada que pillarte los dedos», argumenta, también en la línea del presidente de la patronal provincial del sector.

De hecho, Sadinoa también está optando por los contratos abiertos. «Marcamos los precios de las partidas más volátiles, por ejemplo del hierro, el acero o el aluminio», explica Gala. «Si a la hora de ejecutar el acero, imaginemos ocho meses después, ha subido su precio, subimos el del contrato; y lo mismo si ha bajado. Es que ahora no hay otra manera», recalca. ¿Y con qué referencias para acreditar la hipotética revisión? «Aquí ahora tiene que haber un nivel de confianza entre promotores y constructores extremadamente alto porque si no, ni uno acaba la obra bien ni el otro tampoco», matiza. «Marcamos precios según los que nos dan los proveedores y el promotor puede comprobar que no le engañas pidiendo precios también».

En el caso de los chalés que va a construir en Torrelodones, por ejemplo, en el contrato han marcado «las diez partidas más volátiles», pero «también hay empresas que dejan todo el contrato abierto, entero». «En vez de decir que el alicatado vale 50 euros por metro cuadrado, se apunta que ese alicatado consta de azulejo, cemento, etcétera, y se marca el precio de cada compuesto».

EL IPC COMO REFERENCIA. El presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Segovia, Miguel Tovar, también corrobora cómo se extiende la práctica de los precios sujetos a revisión tanto entre constructores y promotores como en la relación con clientes particulares. En estos últimos casos, «lo más habitual» que se está tomando como referencia es el índice de precios de consumo (IPC), y en el marco de este nuevo escenario, Tovar recuerda que «siempre hay que buscar la defensa del consumidor, que en definitiva es el que aporta a la economía». «A veces hay que dejar ciertas puertas abiertas a que el propio consumidor sea el que elija seguir adelante con esas variaciones o renunciar con el reintegro de las cantidades entregadas», sugiere. 

No obstante, «también es cierto que estamos ante una crisis que no sabemos cuánto durará», matiza. «Yo creo que volveremos a un nivel un poco más alto que el anterior, pero con cierta estabilidad, en la que uno podrá suscribir contratos de una duración temporal importante sin tener sorpresas». Tovar espera incluso que la repercusión de los costes de construcción sobre la vivienda nueva se quede entre un 10 y un 15%.

«El problema está también en el desgaste que está sufriendo ya la economía familiar en su día a día, y al juntarse eso con la subida de precios en la construcción, puede provocar una crisis en la compraventa», vaticina. A ello se suma que los tipos de interés han empezado a subir, ya están por encima de los de hace un año y las revisiones hipotecarias de los últimos meses ya están resultando cuotas al alza. «Yo recomendaría firmar hipotecas de tipo fijo para prevenir», sugiere Tovar, aunque nadie maneja una bola de cristal que aclare lo que viene y confirme sin dudar lo que conviene.