Juarrillos, la ermita de las contradicciones

M.Galindo
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El investigador e historiador Alberto Herreras narra la historia del templo en un trabajo que pone en valor su significado popular

Alberto Herreras, con su libro - Foto: Rosa Blanco

En la madrugada del 24 de junio, la tradición asegura que quienes se trasladan a la ermita de Juarrillos pueden observar un peculiar amanecer en el que el sol sale dando vueltas, para celebrar la romería de San Antonio de Padua, once días después del 13 de junio, fecha que el santoral fija para su celebración.

Estas contradicciones forman parte de la historia de un templo cargado de significado para Segovia, que el historiador e investigador segoviano Alberto Herreras Díez ha reunido en el libro 'Juarrillos. Despoblado, ermita y devoción', publicado por la Diputación de Segovia en la recién creada colección 'La provincia de Segovia al detalle', en el que se abordan temas históricos, culturales y etnográficos de un amplio espectro.

El trabajo de Herreras surge de una investigación en la que ha empleado seis años para compilar, investigar y ordenar los miles de datos que ha consultado en archivos parroquiales y diocesanos, así como en el Archivo Municipal de Segovia, el Archivo General de Simancas y el Histórico Nacional en Madrid.

El libro comprende un completo y detallado análisis demográfico del poblado que dio nombre a la actual ermita, que en su etapa más fructífera llegó a alcanzar los 135 habitantes a mediados del siglo XVIII, pero sufrió una brusca pérdida poblacional para terminar despoblándose definitivamente recién estrenado el siglo XIX.

De igual modo, Herreras añade en el libro datos económicos, algunos muy curiosos como que en las proximidades de Juarrillos se llegaron a instalar dos fábricas de dinamita en el lugar denominado 'Las Casillas', próxima a la antigua casilla de camineros que aún se mantiene, y que dio lugar a un desgraciado suceso que acabó con la vida de uno de sus promotores, que al preparar una sustancia explosiva de su invención, ésta explosionó acabando con su vida.

Herreras narra este episodio por la crónica de Carlos de Lecea en 1897, que asegura que la explosión "oyose en toda la ciudad y en algunas leguas de distancia, e hizo desaparecer casi por completo la persona del inventor".

Sobre la ermita, el libro señala que su estructura indica que fue levantada en la primera mitad del siglo XII, como templo románico y concebida como iglesia parroquial, ya que conserva la pila bautismal con decoración de gallones verticales como las de la época.

En este sentido, Herreras asegura que su valor patrimonial es interesante teniendo en cuenta que mantiene huellas de los distintos estilos arquitectónicos que han ido dejando en su actual concepción en las sucesivas ampliaciones y modificaciones realizadas.

Más allá de su valor histórico y Patrimonial, Juarrillos se mantiene como referencia devocional del culto a San Antonio de Padua, y Herreras señala en su investigación que los vecinos de Hontoria bajaban al santo hasta la ermita en procesión al menos desde 1865, devoción que compartían con los vecinos de los pueblos de alrededor, desde La Granja, Palazuelos, Tabanera, Valsaín o Segovia.

El hecho de que su fiesta se celebre en romería 11 días después de la fecha canónica delsanto obedece a que ese mismo día se celebraba en el mismo territorio parroquial los cultos al santo en la ya desaparecida ermita de San Antonio El Grande, y no se podían celebrar simultaneamente con arreglo a la norma canónica.

"Los vecinos encontraron la respuesta en la iconografía, ya que su imagen mas frecuente era con el niño Jesús en brazos o con un libro abierto, y a su vez, San Juan Bautista era identificado en imágenes portando el Cordero como símbolo del Salvador, por lo que el vínculo entre ambas hizo posible la celebración el 24 de junio", explica Herreras.

El signo de los tiempos ha ido empequeñeciendo la imagen de la ermita, y la sucesiva construcción del Polígono Industrial de Hontoria, la autopista AP-61, la variante SG-20 y la línea de alta velocidad la han ubicado en el centro de este nudo de comunicaciones, donde parece haber perdido la imagen que muchos de los segovianos tienen en su cabeza de un paraje que invitaba al encuentro y a la alegría festiva.

Alberto Herreras coincide en esta afirmación, pero precisa que su entorno sigue ofreciendo al visitante "la sensación de lugar acogedor y amable en medio del páramo que le rodea".

Asimismo, señala que la estación ferroviaria que hoy lleva el evocador nombre de Guiomar "bien hubiera podido ser bautizada con el nombre de Juarrillos, y no han sido pocas las voces que se lamentaron de ello, pero el lugar siempre ha sido tan humilde que ni siquiera despertó atención en ese momento".

Otra de las reflexiones a las que invita la lectura del libro es la recuperación de una romería que tuvo siempte una gran participación popular, pero que fue decayendo paulatinamente y en la actualidad sólo un reducido número de personas acuden a los cultos religiosos del 24 de junio.

Sobre este aspecto, el autor considera que el Ayuntamiento "no parece tener mucho aprecio por esta fiesta, y si bien es cierto que alguna vez se ha incluído en el programa festivo, siempre ha sido como referencia, pero nunca ha prestado su apoyo efectivo para recuperarla".

Herreras asegura que el libro tiene también un fuerte componente sentimental, al ser el de Juarrillos uno de los parajes que más recuerdos le trae de su infancia. Por ello quiso abordar este trabajo, siempre vinculado a su pasión por los temas y lugares de Segovia, que siempre ha abordado en su ya destacada bibliografía.

El otro gran misterio relacionado con Juarrillos es la de ver salir el sol dando vueltas en el amanecer del día de San Juan, pero sobre este particular, Herreras deja rienda suelta a la imaginación. "Depende de cada uno y de cada circunstancia….", asegura esbozando una sonrisa.