Arte a lo grande

Sandra Segovia
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Pablo Rubio llena las calles de los pueblos de vida con sus murales · El grafitero busca que se valore el trabajo que realiza, tanto artística como económicamente

Arte a lo grande

Ya es habitual pasear por las calles y ver pintadas en las paredes. Destacan las firmas o graffitis, pero también las obras de arte, un arte que no está en lienzos, pero que  no deja de ser una destreza.
Los dibujos de Pablo Rubio buscan dar un poco más de vida y alegría a los pueblos segovianos y sus vecinos, aunque también ha traspasado fronteras llegando hasta Alemania para pintar el hotel del parque Legoland.

Él estudió en el instituto Andrés Laguna el bachillerato de ciencias de la salud y, a pesar de no cursar estudios relacionados con las artes, se considera un amante del dibujo y la música.  «Tras la selectividad, me decanté por estudiar Diseño Gráfico y Publicidad y Relaciones Públicas, además de un Máster de Diseño Gráfico», revela. Pero antes de esto, mucho antes, ya conocía su pasión por el dibujo. 

Pablo lleva pintando toda la vida. Pasó del papel a los botes de spray a los nueve años. «Cuando era más pequeño me dedicaba sobre todo a hacer letras; luego empecé a meter muñecos y ya pasé a hacer cualquier cosa. Hacía las fotos y los diseños en ordenador para luego pasarlos a la pared».

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Ahora, muchos de los ayuntamientos de municipios de la provincia de Segovia han buscado que sea él quien decore sus calles. 

La Diputación de Segovia tiene su contacto para aquellos consistorios que preguntan sobre este arte. «Luego también me recomiendan por oídas, por el boca a boca o porque ven mis trabajos a través de las redes sociales -@prhgoe-», señala.

Muchos diseños de los que ha realizado han sido para instituciones municipales, pero también trabaja para particulares en sus casas, en empresas en las puertas de cierres de tiendas o decoración de interiores, o en centros educativos como el instituto Andrés Laguna. 

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Su último diseño fue inmortalizado en Frumales, donde un vecino de la localidad le pidió un mural en la fachada de su vivienda, pero en la parte exterior con el objetivo de que lo pudiera ver todo el pueblo. 
«Es un homenaje a los trabajadores del campo porque es lo que quería reflejar él. La parte del recinto de su casa que se ve, que es la pared en la que se ha ubicado el mural, era en el pasado las antiguas eras del pueblo, por lo que quería reflejar ese homenaje a los agricultores».

«Al principio no sabíamos cómo reflejar la idea, pensamos en poner a trabajadores, pero el dueño de la vivienda vio en mi Instagram el dibujo de un puño saliendo de la tierra y le gustó. Me preguntó si podíamos hacer ese puño pero sujetando las espigas. Además, en el dibujo se incluye una frase de Antonio Machado: 'La tierra no revive, el campo sueña'».

Otras localidades como Zarzuela del Pinar, Escarabajosa, Valseca, Hontalbilla o Basardilla han utilizado las subvenciones del Pacto de Estado Contra la Violencia de Género para realizar murales en sus respectivas calles. 

En lo que respecta a las ideas, Pablo propone sus bocetos, pero si los ayuntamientos tienen algo en mente, él se adapta a sus necesidades. Por ejemplo, explica que en Zarzuela del Pinar querían que en el dibujo se incluyeran pinos por formar parte de Tierra de Pinares. 

«En el caso de Valseca o Escarabajosa hice cuatro diseños y ellos eligieron cuál era el que más les gustaba». Tras esto, el segundo paso a seguir es ver el espacio en el que se quiere plasmar el dibujo. «Hay que ver si en la superficie agarra bien la pintura, si hay que tratarlo o si hay que pintarlo antes». Luego, el artista saca fotos al lugar para hacer el montaje a ordenador, calcula los colores y la cantidad de pintura y ¡manos a la obra!
El tiempo de trabajo varía en función de la dificultad y el diseño.

Pablo considera que una de las dificultades más grandes que tiene su trabajo es el pintar en las alturas, además de la selección de colores que se adecúen al dibujo así como la realización en sí de cada mural.

 «Cada graffiti es único», resalta. «Yo hago todo lo posible porque se valore mi trabajo, tanto artística como económicamente. Hay algunas personas que lo valoran y eso se agradece mucho, me hace sentir satisfecho. Esa gente entiende que esto no es coser y cantar y que conlleva un aprendizaje y práctica. Hay mucho trabajo detrás de cada mural, y yo lo hago con esfuerzo e ilusión para que la gente disfrute al verlo», señala.