Charo Zarzalejos

CRÓNICA POLÍTICA

Charo Zarzalejos

Periodista


Vuelta a las urnas

19/09/2019

Cuesta creerlo, pero es cierto. El próximo 10 de noviembre tenemos nueva cita con las urnas. Muchos lo daban por seguro desde hace tiempo, otros, más cautelosos, no descartábamos el último minuto. En realidad ningún candidato a la Presidencia del Gobierno ha tenido más opciones: A su izquierda, con Podemos; posibilidad de acuerdos de Estado que hasta en tres ocasiones le ofreció Pablo Casado y al última hora, la oferta estrambote de Rivera. 
Puesta en lugar de Sánchez, comprendo que nada era fácil, pero nunca nadie dijo que cuando no se tiene mayoría suficiente, la dificultad es consustancial cuando se depende de los demás. Se hace imprescindible un difícil ejercicio de realismo, humildad y siempre trabajo, mucho trabajo. La percepción más generalizada es que ha sido el propio Sánchez el que ha llevado la situación al límite. Reconociendo que Iglesias cometió un error, que quizás le persiga siempre, al rechazar la oferta de coalición, esta pretensión quizás se hubiera podido suavizar si se hubieran empleado horas de diálogo. Sánchez prefirió reunirse con colectivos de los que hay que pensar sabia de antemano, o debería saberlo, cuales eran sus reivindicaciones. En agosto estuvo de vacaciones. 
Este trabajo de reunirse con varios colectivos no impedía, por ejemplo, lanzar a Ciudadanos, de manera pública y oficial, una oferta que de haber sido rechazada hoy no se estaría en el debate de quien es el responsable de la situación. El precedente está en el famoso acuerdo del abrazo. Si entonces fue posible, ¿por qué ahora ni se intentó? Rivera se equivocó también al rechazar conversar con el Presidente en funciones. Se equivocó porque por encima de cualquier otra consideración está el sentido institucional que deben tener nuestros políticos y quién está en Moncloa, aunque sea en funciones, no deja de encarnar una institución. Sánchez se equivoca de manera rotunda cuando acusa a todos los demás de tener que acudir a las urnas. Y él, ¿él no tiene responsabilidad alguna? Lo que sí es seguro es que no ha hecho lo "imposible" por alcanzar un acuerdo que hubiera evitado unas nuevas elecciones. 
Si querer es poder, efectivamente, acertaron de pleno quienes desde el minuto uno estaban en la tesis de las elecciones. Nunca creí que fuera posible tanta irresponsabilidad, nunca he visto sudar al candidato socialista, pero, insisto, erróneamente por mi parte creí que el ultimo momento era posible.
Así las cosas, volvemos a las urnas. Creo que de momento hay tal cansancio, tanta estupefacción entre los ciudadanos que cualquier pronóstico final es aventurado. A casi mes y medio de las elecciones pueden ocurrir muchas cosas, acontecimientos que modifiquen las posiciones de partida... Lo cierto es que estamos ya en campaña. Va a ser larga y para muchos muy tediosa. Se la juegan los líderes de todos los partidos, de ahí que en los cuarteles generales de las formaciones políticas estén disponiendo a trazar con tiralíneas lo que se debe decir y no.
Y en estas, Iñigo Errejón se ha puesto de moda. Se especula con su eventual presencia en las generales del 10 de noviembre aunque solo sea en algunas provincias. Las suficientes, si esto ocurre, para hacer daño a Podemos. Pero cuidado. Cuando irrumpió Vox parecía que se iba a comer el mundo y, efectivamente, entró con fuerza en el Congreso pero ya dejado de ser noticia, se le ha perdido el miedo, entre otras cosas, porque si algo es obvio es que nunca llegará a Moncloa. 
Es España un país fantástico, fuertemente institucionalizado y como dijo la Presidenta del Congreso, las personas nos podemos equivocar, cansar, incluso desfallecer pero la democracia es más fuerte que las debilidades de nuestros políticos. Por ello y pese al cansancio, la decepción que anida en muchos, y la inoperancia de los políticos para gestionar el multipartidismo, es necesario acudir a las urnas. La cita del 10 de noviembre, por críticas que suscite esta nueva convocatoria, es una cita obligada. Despreciar las urnas es más grave, tiene más riesgos, que los errores, los cansancios e incluso los desfallecimientos de los responsables políticos.