De colegio comarcal a centro multicultural

Cristina Sancho
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El CEIP Santa Clara celebra su 50 aniversario recordando cómo ha cambiado la educación.

De colegio comarcal a centro multicultural

Si algo marca en la vida de una persona es el paso por el colegio. Los amigos que surgen en esa etapa se conservan de por vida, en la mayoría de los casos. Si el curso escolar anterior, Cuéllar celebró el 50 aniversario del IES Marqués de Lozoya, éste viene marcado por otro aniversario: el medio siglo de vida del CEIP Santa Clara, o como se llamaba en sus inicios Colegio Nacional Mixto Comarcal. 

El edificio robusto de ladrillo rojo y losas blancas no ha cambiado demasiado desde su construcción, en 1972, aunque la mayoría de los alumnos recuerdan aquellas ventanas de hierro, los armarios y las puertas, todo verde, que con el paso de los años y la mejora de la eficiencia energética ha pasado a ser rojas y mucho más acogedores. 

Los primeros profesores y alumnos que llegaron al colegio Santa Clara procedían del colegio de La Villa, también en la localidad y que hace unos años cumplió su 75 aniversario. A lo largo de la historia de Santa Clara son cientos los profesores y miles los alumnos que han pasado por sus aulas, no solo de Cuéllar sino también de los pueblos de alrededor como recuerda una de las profesoras que más años ha ejercido en el centro, Rita Manso, desde 1973 hasta 2008, 35 años. «En los primeros años habría unos 800 alumnos, con una ratio de unos 40 niños por clase, había comedor para unos 200 y venían de Chatún, Campo de Cuéllar, Dehesa de Cuéllar, Dehesa Mayor, y Fuentes de Cuéllar. Alrededor del colegio todo eran tierras de labor», recuerda. 

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Su marido, José Luis Hermida, fue director del centro durante nueve años y también profesor, desde 1973 hasta 2005. El primer director del colegio fue Pedro Martín Adeva. Hasta la fecha han pasado hasta 13 directores incluyendo el actual, Agustín Gallegos, que lleva desde 2006. La plantilla de profesores ha pasado de 24 en los primeros años a 35 en la actualidad y el número de alumnos de unos 800 a unos 350, este curso, y con clases con 40 alumnos a las actuales con unos 25.

Hermida recuerda que en los primeros años había hasta tres clases por curso y la educación infantil comenzaba a los cuatro años en lo que se denominaba 'párvulos' para con seis años pasar a primer curso de Educación General Básica (EGB) que se impartía hasta octavo con 14 años.  Después se pasaba al instituto. No fue hasta 1997 cuando con la implantación de la ESO, desaparecerían los cursos de séptimo y octavo que correspondía a 1º y 2º de ESO y se impartían en el IES Marques de Lozoya y en el IES Duque de Alburquerque como ocurre en la actualidad. De hecho aquel cambio también llevó consigo el traslado de los profesores que impartían los cursos que se eliminaban en los colegios para dar clase en los institutos. 

El primer año del colegio los niños estaban en aulas diferentes a las niñas, hasta que en se mezclaron en el segundo curso. También había comedor y cocinas, que se recuperarán para el próximo curso. En la década de los 80 se amplió el centro en la parte posterior para albergar un aula de música, la biblioteca, logopedia y aulas de especialidades entre otras. 

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No fue hasta el curso 2007/2008 cuando se implantó la jornada contínua, mientras por las tardes se impartía lo que se denominaba 'permanencias'. «Desde las cinco, se quedaban voluntariamente los niños a una hora de clase de refuerzo, pagándose a los profesores», recuerda Manso. Con la llegada de la jornada contínua, el Santa Clara fue el primer centro en la localidad donde se implantó el programa 'madrugadores' y después 'continuadores', hasta las tres de la tarde,  y también se realizaban talleres por las tardes, hasta las cinco. 

En los años de la EGB era el mismo profesor quien impartía todas las materias incluida educación física y con los años se ha venido contando con más especialistas. «Se ha pasado de maestros generalistas a especialistas», comenta Agustín Gallegos. «Cuando vine aquí era muy joven y me encontré un colegio tradicional, muy estructurado y bien organizado, con maestros con mucha solera y muchos años de experiencia, la mayoría eran de la localidad y la zona;  la plantilla fue evolucionando y, en estos años, se han jubilado más de 15 personas». 

El director añade que se han ido incorporando maestros de Cuéllar (hay tres este curso), Ávila y Segovia, pero sobre todo de Valladolid, son de otras generaciones y tienen otras aptitudes formativas que han permitido que el colegio evolucione y se acerque a lo que demanda la sociedad actual con el bilingüismo, las nuevas tecnologías o el compromiso hacia el medio ambiente», matiza Gallegos. 

Otro de los grandes cambios del centro llegó con el bilingüismo. En ese proceso de cambio,Paquita Subtil fue directora durante cuatro años, hasta 2006, y recuerda que se valoró y estudió su implantación, se decidió democráticamente y sobre todo se tuvo en cuenta que la mayoría de los niños acudían a clases de inglés fuera del colegio y el bilingüismo implicaba que eso se podía impartir dentro. Lo vieron como muy positivo. Desde entonces se ha pasado de tener dos docentes a contar con tres asesores lingüísticos y un total de 10 profesores de inglés. 

El CEIP Santa Clara es un centro bilingüe, pero también multicultural. Esta ha sido otra gran evolución ya que hace 20 años podía haber un par de alumnos de nacionalidad extranjera en el centro cuando ahora el porcentaje es mucho más alto. 

Sin ir más lejos este curso hay niños chinos, marroquíes, senegaleses, argelinos, hondureños, ecuatorianos o argentinos… La implantación de las nuevas tecnologías y las innovaciones pedagógicas están marcando el devenir del centro, al igual que la mejora de la accesibilidad con la instalación de un ascensor, rampas o barandillas de doble altura para facilitar la movilidad y seguridad de los más pequeños. 

En estos 50 años, atrás quedó el don y doña que marcaban una barrera invisible y de mayor respeto hacia la figura del profesor. Para Paquita Subtil que llegó al centro en 1987 y ha ejercido hasta hace 10 años, durante 25, ha cambiado el trato, pero no el respeto. 

«El respeto se gana en la clase y con los años, ahora se coge más confianza con los alumnos y con los padres que con el tiempo han participado más», comenta. Pero sin duda si con algo se queda como profesora es con el cariño que sigue recibiendo. 

«Me gusta mucho cuando voy por la calle y me saludan los antiguos alumnos, los recuerdas como niños y ya han cambiado mucho», afirma dejando ver un sentimiento mutuo de afecto entre antiguos alumnos y profesores que marcaron una etapa vital, porque ¿Quién no se acuerda de su primer profesor?

Todos esos recuerdos aflorarán a lo largo del curso en las distintas actividades conmemorativas como exposiciones de fotos, charlas y encuentros en la semana cultural, visitas de antiguos alumnos, reconocimiento a antiguos docentes y una gran fiesta de la comunidad educativa que pretende reunir a todos los que han pasado por el centro en estos 50 años.