De arquera con ansiedad a psicóloga deportiva

Nacho Sáez
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Sandra Bastián decidió convertirse en psicóloga deportiva a raíz de los problemas de ansiedad que sufrió durante una época cuando competía en tiro con arco.

Sandra Bastián, el pasado sábado en el Pabellón Emperador Teodosio antes del partido de El Cochinillo Segoviano SL. - Foto: N. S.

Andrés Iniesta fue uno de los primeros futbolistas en reconocer que había necesitado acudir al psicólogo. «Luché mucho para jugar la final de la Champions en Roma pese a estar lesionado, porque tenía un mal sabor de boca con la anterior final, porque no había sido titular. Jugué lesionado y el peaje que pagué después fue muy duro. Y luego llegó la muerte de Dani Jarque. Un cúmulo de cosas en el que caí en un pozo sin salida. Viví situaciones muy malas que creo que son difíciles de entender por la gente que piensa que lo tenemos todo. Fue muy difícil, pero salió todo bien gracias a varios especialistas. Salí muy reforzado de ahí», relató en 2018 en el programa de televisión 'Chester'. Contribuyó a romper un tabú que hoy casi está desterrado. El impulso que puede ser definitivo lo dio la gimnasta estadounidense Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Tokio al retirarse de la final por equipos para priorizar su salud mental. 

Ya todos los deportistas y clubes de élite tiene a su alcance los recursos necesarios, que poco a poco llegan también al deporte amateur. Los equipos de Tercera División de fútbol y de Segunda División femenina del Unami y El Cochinillo Segoviano SL, de baloncesto, cuentan desde esta temporada con una psicóloga deportiva. Es Sandra Bastián, graduada en  Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Psicología del Deporte y de la Actividad Física por la UNED. Unos estudios a los que no llegó por causalidad. Tras ser ayudada, ella también quiso ayudar.

«Coincidiendo con la época en la que estaba estudiando Bachillerato, tuve problemas de ansiedad asociados al tiro con el arco, que es el deporte que practico», desvela. El tiro con arco en Segovia ha estado asociado a lo largo de la última década a su apellido. Su padre, David, y su hermano, Pablo, también son tiradores y los tres juntos –con la ayuda también de otras personas– fundaron el club Arcochinillo, con el que han logrado numerosas medallas. Sin embargo, en un momento dado las cosas se torcieron para Sandra. «La ansiedad empezó compitiendo. Al principio era muy específico. Las competiciones de tiro con arco se dividen entre la clasificación, en la que tiras flechas, y las eliminatorias, que son caras a caras contra otros arqueros. Al principio solo sufría la ansiedad en las eliminatorias pero se fue haciendo más grande y al final casi no podía ni tirar», relata.

En el centro, con el arco, en 2018.En el centro, con el arco, en 2018. - Foto: N. S.

La búsqueda de soluciones le llevó a descubrir el pánico al amarillo –muy común entre los tiradores con arco– y a ponerse en manos del programa con psicólogos que ofertaba el Instituto Municipal de Deportes del Ayuntamiento de Segovia. «Gané a aquella ansiedad  a base de trabajarla con gente profesional que te enseña a entrenarla de verdad. Al principio me enseñaron habilidades, tipo cómo relajarte o cómo respirar para controlar las pulsaciones. Luego ya empecé un trabajo más individual acerca de por qué me estaba pasando eso a mí y qué tenía que cambiar. Cambió el chip en mi cabeza y llegó un momento en que aquello se pasó», destaca.

Una de las lecciones que sacó de aquello es que quería hacer lo mismo con otros que se encontraran en la misma situación. Sus estudios le han llevado hasta el momento al conjunto madrileño del Trival Valderas y a la Segoviana, donde hizo prácticas, y ahora al Unami y al Cochinillo Segoviano SL. Dos clubes que atraviesan momentos muy delicados desde el punto de vista deportiva. El Unami lucha por no descender con sus dos equipos principales y El Cochinillo Segoviano SL ha perdido todos los partidos que ha disputado hasta la fecha en la Primera Nacional femenina de baloncesto.

«Se trata de intentar que  vuelvan a disfrutar del deporte, que lo vuelvan a sentir como algo que hacen porque disfrutan y no como algo que les está haciendo pasar malos ratos todas las semanas», explica Bastián. Comenzó con un trabajo de observación directa a través de la realización de cuestionarios y entrevistas: « Si a un equipo lo que le está pasando es que ha perdido la motivación, pues eso se detecta durante la evaluación y entonces se puede hacer la intervención, que puede ser una intervención individual centrada en un deportista concreto, en un grupo reducido o en todo el equipo en general mediante dinámicas de grupo».

La predisposición por parte de los equipos ha sido muy positiva. «está dejando de verse como algo malo a lo que va la gente que está loca. Ahora la gente ya piensa que es algo que ayuda y que está bien. El caso de Simone Biles y el psicólogo de Luis Enrique nos han ayudado a mucho a darlo visibilidad», subraya, al tiempo que opina que la psicología también es muy importante en el deporte amateur. «La presión es diferente. El deportista de élite tiene la presión de que vive de ello pero para el amateur el deporte es algo que hace porque le gusta, a nadie le gusta perder y lo tiene que compaginar con su vida personal y su trabajo o sus estudios. Esas habilidades las puedes desarrollar por tu cuenta pero es mucho más fácil si alguien te guía y te enseña», concluye Bastián.