La presidenta saliente de Ciudadanos, Inés Arrimadas, cree que hay "muchas más opciones" de sacar adelante el partido con un equipo nuevo que con ella y por eso, voluntariamente, ha dado un paso atrás, ha dicho en su discurso de despedida como líder del partido, en el que ha lanzado varias pullas a Edmundo Bal.
Han sido reproches indirectos, sin mencionar expresamente en ningún momento a quien fue su mano derecha hasta que hace unas semanas rompieron bruscamente por discrepancias sobre el liderazgo y lo que debía ser la refundación del partido, provocando una división en el partido que será difícil de remontar, según reconocen algunos dirigentes.
Esta ruptura se hizo efectiva con la presentación de Bal a las primarias, que perdió frente a la lista oficialista que apoya Arrimadas y que ha situado en la nueva dirección a la líder naranja en Baleares, Patricia Guasp, como portavoz política, y al eurodiputado, Adrián Vázquez, al frente de la Secretaría General.
Arrimadas deja la presidencia de Cs asumiendo sus errores - Foto: Jesus Hellin 2022En esta última intervención de Arrimadas como presidenta ante la sexta Asamblea de Cs, ha recibido también con "honor" el encargo de continuar como portavoz naranja en el Congreso, donde se queda en minoría junto a Guillermo Díaz porque el resto del grupo está con Bal, a quien comunicarán esta semana si se mantiene como portavoz adjunto o le dan otro cometido.
Uno de los recados más agrios que ha enviado a Bal ante el plenario, en el que él estaba como miembro de la Ejecutiva saliente, es que "no se puede combatir el cainismo en España matando a Abel todas las semanas" y también ha avisado de que nadie es más importante que este partido "y normalmente quienes se creen más importantes son los más prescindibles".´
La ya exlíder naranja ha puesto el foco en la necesaria unidad, recalcando que Ciudadanos depende de sí mismo y no van a superar la profunda crisis que atraviesan con ataques: "No lo vamos a remontar peleándonos, fustigándonos y echando la culpa a los otros, a los demás, a cualquier excusa. Mirando hacia el futuro y al pasado.
Arrimadas, cuyas palabras finales han sido aplaudidas en pie por todos los asistentes, incluido Bal, aunque con gesto muy serio, ha asumido como propios los errores que se hayan podido cometer durante su etapa y el hecho de no haber podido "corregir" el rumbo que les aboca a la irrelevancia, insistiendo en que ha cumplido su promesa de llevar a Cs "a un cambio radical".
Con un discurso sin licencias emotivas, salvo cuando ha mencionado a dos de sus más estrechos colaboradores, Marina Bravo y Daniel Pérez, Arrimadas se ha mostrado convencida de que hay "opciones reales" para sacar adelante el proyecto naranja pese a la profunda crisis que viven y con las encuestas totalmente en contra (ninguna les dan ni el 3 por ciento en intención de voto).
"Se puede remontar esto", ha subrayado tras recordar que partidos liberales europeos han atravesado situaciones peores que la de Cs y se han repuesto: "Solo depende de nosotros porque nuestro peor enemigo hemos sido nosotros mismos", ha dicho.
Arrimadas ha vuelto a reivindicar el espacio político de centro frente al PP y PSOE, a los que ve cada vez más radicales y a quienes ha acusado de haber renunciado a dar la batalla contra los nacionalismos y populismos, y ha asegurado que estas fuerzas no quieren ni las propuestas naranjas ni sus activos.
"Sólo quieren nuestros votos, quieren matar la opción de que los españoles tengan de verdad un partido liberal", ha recalcado.
Entre sus agradecimientos, no ha faltado el que ha dedicado al primer presidente de Cs, Alberto Rivera, que llevó al partido a lo más alto y también a una debacle en la que sigue inmerso.
Rivera, que sigue siendo militante de Cs, no ha acudido a este cónclave como tampoco estuvo en la Asamblea telemática de 2020 en la que Arrimadas asumió el timón naranja.