Salvado por la campana

Sandra Segovia
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Las puertas del colegio Reyes Católicos de San Pedro de Gaíllos se volverán a abrir para recibir a los más pequeños gracias a una iniciativa promovida por los padres de los alumnos y el Ayuntamiento para atraer a familias con niños en edad escolar

Salvado por la campana

El colegio de San Pedro de Gaíllos, perteneciente al Centro Rural Agrupado Reyes Católicos, abrirá sus puertas este curso por los pelos, y por dos de las madres de la localidad, ya que han sido ellas las que, al conocer que no había suficientes niños matriculados en el curso 2022-2023 como para abrir el centro, pidieron ayuda al Ayuntamiento del municipio y se lanzaron a buscar opciones para que sus hijos pudieran continuar acudiendo al colegio de la localidad este año. 

Durante el 2021-2022 eran seis los niños matriculados pero, tres de ellos terminaban segundo de secundaria y pasaban al instituto IES Hoces del Duratón de Cantalejo, mientras que el cuarto, un pequeño de cinco años, vivía en San Pedro de Gaíllos pero su madre se mudaba a Valladolid, por lo que él tampoco se matricularía este curso en el colegio.

Quedaban sólo dos, cuando el mínimo de niños para que el centro educativo pudiera recibir a los más pequeños era de tres alumnos. Necesitaban encontrar a alguien. Y aunque en el pueblo hubiera más niños en edad escolar empadronados, acudían a colegios ubicados en otros municipios cercanos. 

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María José Monzón y Hanna, madres de Oleg y Adam respectivamente, no se lo pensaron dos veces. Tanto ellas como sus hijos tenían claro que querían que el centro no se cerrara. «Es una escuela estupenda, pequeñita, con muchísima dedicación, a la que pueden venir andando, tienen los amigos en el mismo sitio que la escuela y su profesora es excelente. Además, la atención está más enfocada a cada niño. El año pasado eran seis, y yo he tenido notas de la profesora todos los días de la evolución de Oleg; eso en una clase de 20 no lo puedes hacer», revela Monzón, quien pone en valor todas las ventajas que tiene estudiar en el medio rural. 

Por ello se pusieron en contacto con el alcalde de la localidad, Juan Carlos Montero, para buscar una solución. Y cada uno puso su pequeño granito de arena. Desde el consistorio se puso en alquiler una casa de la localidad, mientras que María José y su marido, Germán, se ofrecieron a dar trabajo para cuidar, tanto a su hijo como su casa, a la madre de la familia que decidiera mudarse a San Pedro de Gaíllos. Sólo había una condición: que tuviera, al menos, un niño en edad escolar que se matriculara en el centro.

Con todo atado, pusieron un anuncio en la bolsa de empleo de la Coordinadora para el Desarrollo Integral del Nordeste de Segovia (CODINSE). Ya sólo quedaba cruzar los dedos y esperar.

Al límite. El destino o la casualidad intervinieron en la historia, y Marisol Contreras vio la oferta de empleo junto con la vivienda que se alquilaba en la localidad. 

El día 14 de agosto se reunieron las tres familias y mostraron el pueblo y la casa en alquiler a Marisol y su marido, Edwin. Sus hijos, Sebastián -siete años- y Aitana -dos años, conocieron a Oleg -ocho años- y a Adam - ocho años- y, esa misma tarde, la familia tomó la decisión de mudarse a San Pedro de Gaíllos. 

«Ya lo estábamos dando por perdido», explica María José Monzón. Pero la suerte jugó a su favor. Además, cuenta que la nueva familia ya conocía la zona debido a que habían vivido en Sepúlveda los últimos tres años y que Edwin, el padre, podría mantener su puesto de trabajo ya que la distancia no era inconveniente.

«Me gustó el pueblo. Siempre nos han gustado las zonas rurales,  son más tranquilas. Además, en San Pedro de Gaíllos es todo llano, no hay cuestas, y eso me gusta para que jueguen los niños porque hay veces que salen con la bicicleta y vuelven con brechas. Eso me da miedo», señala Contreras.

En lo que respecta a la enseñanza en el medio rural, Marisol Contreras lo tiene claro. «Yo creo que cuántos menos niños, la enseñanza va a ser más dedicada en cada uno de ellos y el proceso será mejor», revela. Por otro lado, su hijo, Sebastián, ya ha hecho buenas migas con Oleg y Adam. «El mismo día que vinimos a ver el municipio ya se pusieron a jugar al fútbol y conectaron bien. Ahora me dice que le gusta el pueblo y nos pregunta continuamente que cuándo nos mudamos», cuenta.

Una mudanza que también Oleg espera con ganas ya que, durante la entrevista, Sebastián y él no se separaron y preguntaba a su madre si podía ir a su casa a jugar. 

El alcalde de San Pedro de Gaíllos muestra abiertamente su satisfacción al conocer la iniciativa que llevaron a cabo los padres de los alumnos que querían continuar en el colegio. «Hizo mucha fuerza su interés porque no se cerrara el centro, lo que hizo que todos los implicáramos. Yo he ofrecido la posibilidad a mucha gente, pero por unos motivos u otros no salía bien», lamenta. «Estaba seguro de que si el colegio se cerraba no se iba a volver a abrir, y sería una pena», ya que el centro educativo es un atractivo más que se suma a los servicios que ofrece el pueblo para motivar a las familias a vivir en la denominada como España Vacía. 

«Veo que San Pedro de Gaíllos está subiendo en población, incluso en niños, ya que para el curso 2023-2024 entrarían dos nuevos alumnos al colegio, y para el 2024-2025 otros dos o tres. Hay relevo generacional, pero este año era el malo. Además, hay niños de sobra en edad escolar -unos siete u ocho-, pero el problema es que los padres los llevan a centros de otras localidades», remarca. «Pero le hemos salvado», señala orgulloso.