Editorial

Feijóo confirma su perfil presidenciable en un debate que mira a las urnas

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A diferencia de su comparecencia el pasado mes de junio en el Senado en el transcurso de la sesión de control al Gobierno, Feijóo mostró ayer una mayor seguridad en un debate con aroma electoral. No salió a empatar. Más propositivo, hizo valer la legitimidad que Sánchez le concedió como alternativa al Gobierno al aceptar un duelo que, de paso, dignificó el papel de la Cámara Alta como escenario idóneo para la confrontación de ideas dentro de los marcos de la corrección.

Pedro Sánchez, antes de pasar a examinar a Feijóo, hizo gala de su tradicional optimismo que contrasta con el horizonte desalentador que dibuja la situación económica, con la escalada de precios como punta de lanza. El presidente del Gobierno huyó de todo catastrofismo, al afirmar que las medidas de ahorro "no van a ser dramáticas" y que "no habrá escenas apocalípticas", para pasar a ensalzar los acuerdos y reformas adoptadas para paliar los efectos de la crisis. Un discurso en positivo, con menciones a su papel en la escena internacional, salpicado por una suerte de ataques al principal partido de la oposición y a su líder al que acusó de hacer el ridículo por sus dudas en torno a la 'excepción ibérica' y al que reprochó su defensa de la banca y las multinacionales energéticas. Tuvo hasta para los medios de comunicación y volvió a aludir a un clásico, los "poderes ocultos". Unos envites a la bancada popular que se intensificaron tras la primera intervención del expresidente gallego cuando Sánchez hizo lo que reprocha a sus opositores, utilizar a ETA en medio de la refriega política.

Enfrente, un Feijóo convertido por Sánchez en el centro del debate. Habló de inflación, de la situación que atraviesa el país pero también de las medidas asumidas por el Gobierno puestas sobre la mesa previamente por el Partido Popular, como la rebaja del IVA de la electricidad o el gas. Incluso el as en la manga de Sánchez en la jornada de ayer, el anuncio de que se aplicará la compensación del tope de gas a las industrias con gran consumo energético llevaba el sello de los populares. Es difícil explicar que Gobierno y oposición sean incapaces de llegar a acuerdos cuando las medidas más destacadas de los últimos tiempos en el ámbito económico son compartidas por ambas partes.

El presidente del PP apostó, frente a las sanciones, por premiar a las familias y pymes que logren ahorrar energía. No renunció a tender la mano a Sánchez al que invitó a romper con sus socios y a negociar un plan de energía para España. Casi un imposible porque, si bien hay coincidencia en la necesidad de sellar un pacto de Estado energético, el calendario electoral, que tuvo ayer su primer acto, dificulta el acercamiento entre Gobierno y oposición.