«Me veían por la calle y algunos se santiguaban»

Sergio Arribas
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Funcionario 'jubilado' de la Junta, la figura de Luis Peñalosa se asocia con la tarea que ejerció como concejal durante casi veinte años en el Ayuntamiento. Feliz con sus dos nietos, detesta el independentismo catalán y la «demagogia» de la derecha.

Luis Peñalosa - Foto: Rosa Blanco

Es todo un caballero, y no por ser hijo de vizconde y proceder de esa rancia estirpe de la nobleza urbana castellana, algo que vive como una anécdota. Fue el ‘eterno’ concejal, hasta 19 años, primero con el PCE y después con IU. Luis Peñalosa, amante del ‘parchís’ y del ‘saxofón’, vive su ‘jubilación’ como un regalo para hacer, como dice, lo que le da la gana, como viajar con el Imserso y el ‘Club de los 60.

¿Presume de la condición de ‘jubilado’? ¿No se aburre?
Es el verdadero paso a una mejor vida, porque es cuando puedes disfrutar de lo que te gusta hacer, pero sin agobios. No me aburro nada. De hecho, después de esta entrevista voy a ver si me dan algún viaje del Imserso. En julio estuvimos en el Danubio, en un crucero, también del club de los 60.

Hijo de Luis Felipe de Peñalosa y Contreras, historiador, poeta, escritor  y noble, pues no en vano era el Vizconde de Altamira de Vivero. ¿Qué aprendió de su progenitor?
Aprendí que se puede ser vizconde sin que eso te condicione. Era un hombre normal, totalmente accesible, dialogante y muy abierto ideológicamente. Era monárquico y demócrata y, por ende, antifranquista.

¿Qué pensó al enterarse de que varios de sus hijos militasen en el Partido Comunista? 
Diego era el que militaba en el PCE y siempre lo aceptó como algo muy normal. Cuando yo me presenté a las elecciones municipales, también por el PCE, mi padre coincidía con los planteamientos que hacíamos para la ciudad. Solo decía que me votaba tapando la herramienta, la papeleta.

El esquí le unió en amistad con Alfonso de Borbón, el Duque de Cádiz y marido de la ‘nietísima’, Carmen Martínez Bordiu.
Practiqué el esquí como deporte aficionado. Incluso llegue a ir a unos campeonatos del mundo universitarios en Suiza. Era buen amigo de Alfonso de Borbón. Él nos llegó al equipo universitario a Lausanne, para que conocieramos a su abuela, la reina Victoria Eugenia, que vivía en un chalé. Alfonso y yo ganamos una competición de esquí alpino, una prueba de slalom gigante. Juntos disfrutamos de una semana de vacaciones en la estación de esquí de Courchevel, en los Alpes franceses.

En las primeras elecciones su hermano Juan integró la lista del Movimiento Comunista (MC) y usted la del PCE...
Era en las generales. No había rivalidad. Colaboré con el PCE en las primeras generales y fui de interventor a Sauquillo de Cabezas. Luego ya en las municipales es cuando me presenté yo. En Sauquillo me miraban raro. Iba interventor por el PCE pero luego era apoderado por el Partido Agrario Español, con el que se presentaba mi padre al Senado. Era algo pintoresco. Iban a encargar la comida, iban a comer allí mismo. Apareció Luciano Sánchez Reus y al ver que éramos amigos, la cosa se calmó y me invitaron a sentarme a comer el asado.

¿Cuántas veces le han dicho aquello de ¡rojo!? 
La frase completa es ‘rojo de mierda’, pero a mí no me ha afectado nunca.

Volvamos a su primera etapa como concejal. 1979, tiempos difíciles. ¿Le miraban bien por la calle?
Había de todo, claro. Algunos al verme por la calle se santiguaban. Muchas señoras, bienintencionadas me daban y me siguen dando consejos. «¿No eres creyente?», siempre me preguntan. Era y es lo que les preocupa, pensaban que me iba a condenar y me ofrecían rezar mucho por mí, cosa que yo agradezco, aunque no lo considero necesario.

Fue responsable de Policía Municipal y Tráfico. ¿cual fue la medida más difícil que tuvo que adoptar? ¿Alguna ha sobrevivido?
Lo más difícil fue implantar la ORA. Fuimos pioneros. Ni siquiera fue en todo el casco antiguo, sino un núcleo. A los funcionarios que venían en coche les parecía una barbaridad, un horror, que en lugar de aparcar en la calle Colón y la Plaza Mayor, en ese meollo, tenían que hacerlo en San Nicolás o San Quirce. Aquello era una catástrofe y amigos míos me decían «¡Estás tonto! ¡¿cómo se te ocurre?!» Se hizo de manera casera con las papeletas que se compraban en los estancos y con unos vigilantes que se contrataron.

Para recuerdos, aquella piedra que rompió un cristal del antiguo salón de plenos y que casi le da en la cabeza…
Aquello fue una vergüenza. Estaban todos implicados, en contra de la nueva cárcel, desde la Cámara de Comercio hasta el Colegio de Abogados. Recuerdo que una amiga decía que solo les faltaba crear una asociación de mujeres susceptibles de ser violadas, porque contaban que iban a salir los presos e iban a hacer barbaridades con sus hijas. Ocurre como ahora en Cataluña, la gente se movió muchísimo sin razonar y algún exaltado tiró una piedra, rompió el cristal y cayó la piedra entre Emilio Zamarriego y yo.

¿Qué diferencia a los políticos de la transición de los de ahora?
En la Transición hubo mucha responsabilidad. Los demócratas, que no eran todos, sabían de lo que veníamos y a dónde teníamos que ir. Ahora la derecha es lamentable. Las declaraciones de los líderes de Cs y PP son de una demagogia vergonzosa, vomitiva. Y además con un componente infantil, porque piensan que somos niños y que todo nos lo vamos a creer.  Ahora lo que más me molesta es que acusen a la izquierda de colaborar con los independentistas, con los que estoy en absoluto en desacuerdo. 

¿Es impulsivo? ¿Qué le levanta de la silla?
Me indigna esa demogogia infantiloide de la que hablaba. Y luego soy muy impaciente, lo reconozco, es mi mayor defecto.

¿Qué recuerdo cree que tiene los segovianos de usted? ¿Y cómo le gustaría que le recuerden?
Que entendiesen que siempre hice las cosas en beneficio de la ciudad y nunca, por supuesto, en beneficio propio. Soy de ideas firmes y quizá algo tozudo, pero solo hasta que demuestran que no tengo razón. Creo que no soy obcecado.

Ninguno son músicos, aunque todos tocan un instrumento. ¿Dispuesto a ser dando la nota con ‘La Bandeja’?
Somos los amigos que formamos una banda musical y que, cada martes, desde hace 28 años, vamos de bar en bar, dando la nota. Yo toco el saxofón y ya hemos empezado, este pasado martes, el nuevo curso.

Este ‘alterne’ semanal ayuda mucho a conocer a la gente. ¿qué admira de los segovianos? ¿Y qué detesta?
Admiro a la gente que tiene aprecio por su ciudad. Y desprecio y me apena ese espíritu ruín de aquellos que piensan que la gente de izquierdas vamos en su contra. Me han llegado a decir «tú es que tienes manía a los ricos». No, estoy encantado de que haya gente rica, pero que paguen sus impuestos. 

¿Patriota o lo justo?
Me encanta España, me parece un país fantástico, pero como cualquier otro, tiene muchas cosas negativas. Desde luego, no me siento aislado en mi pais, región o ciudad.  La palabra ‘patriota’ siempre se ha utilizado con un sentido ‘ultra’, es decir, ultracatólico, franquista… Patriota es quien paga sus impuestos. En el sentido que sienten su patria los separatistas catalanes, me parece nefasto. Quieren marcharse porque se creen superiores, porque creen que tendrán más ventajas… ¡es tan rídiculo! Porque además se ha demostrado que es mentira.

En su casa, con sus amigos, disputa unas partidas de parchis ‘a muerte’… ¿Que tiene el juego que tanto le atrae?
Jugamos tres parejas, parchis de seis. El atractivo lo tienen los contendientes, que las derrotas se las toman muy a pecho. Fíjese lo que es tener de contrincante a Antonio Madrigal… Te puedes morir de risa… Ahí si que hay pasión.

Pero el parchis, ¿no tiene mucho de azar? 
Muchísimo. Y es lo que le digo a Madrigal: «la prueba de que es un juego de azar es que a veces ganas tú».

Un sueño que pretende alcanzar…
Me preocupa muchísimo tener una muerte digna. He hecho mi testamento vital, pero creo que hay muchísimo que mejorar para que no haya un deterioro injustificado a la hora de morir. Me parece bien que haya gente que crea en la otra vida y que ésto les sirva, pero a mí no. No creo para nada en la otra vida. Lo que quiero es acabar bien en ésta.

Lo de Cataluña, pinta feo… ¿Hay alguna receta?
Un poco de sentido común. Es decepcionante el nivel de los políticos ultranacionalistas catalanes. Me da rabia que la gente ataque a Cataluña, porque hay catalanes maravillosos, como en toda España.

Vox sube en las encuestas. ¿Es tan fiero el león como le pintan?
A mi Vox me da miedo porque es el franquismo dentro del PP. El franquismo me repugna profundamente. Tengo amigos de Vox y no tengo problema en tratar con ellos, aunque políticamente me resulta deleznable. Como saben que no nos ponemos de acuerdo, pues hablamos en tono humorístico. «¡Cuidado con el demonio!», les digo.

La exhumación de Franco. ¿Que significa para la historia de este país?
Ha llegado tardísimo. El PSOE, como en tantas otras cosas, ha sido timorato. Es un trámite, pero importantísimo, que tiene que cumplirse. Hay que exhumar a Franco y a los miles de republicanos que están enterrados en las cunetas.