Un plan B en Israel

Agencias-SPC
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La corriente ultraconservadora y de extremismo religioso impuesta por el nuevo Gobierno hace que cada vez más hebreos sopesen huir a otros países para iniciar una vida mejor

Un «plan B». Así es como israelíes liberales y seculares describen la opción de irse del territorio hebreo ante la deriva ultraderechista que está tomando. No planean marcharse de inmediato, pero cada vez más lo ven plausible ante la corriente religiosa y conservadora que domina la política judía bajo el nuevo Gobierno de Benjamin Netanyahu.

«No he tomado la decisión ni organizado aún para irme, pero hay que pensar en ello», comenta Itamar, estudiante de 26 años de Jerusalén que reflexiona si marchar a Europa en un futuro. Este año se casará con su pareja y ambos llevan una vida secular con posturas progresistas en un país cada vez más anclado en una derecha tradicionalista y un judaísmo ortodoxo que no les representa.

La victoria del conservador primer ministro en los últimos comicios y la formación del Ejecutivo más derechista y religioso de la historia de Israel -con fuerzas ultraortodoxas y de la extrema derecha- ha sido el detonante para que cada vez más israelíes barajen la emigración como una alternativa viable.

Tras las elecciones del 1 de noviembre, que confirmaron una mayoría del bloque de Netanyahu con partidos religiosos y extremistas, las llamadas de personas interesadas en iniciar trámites para obtener ciudadanías extranjeras han aumentado mucho en bufetes de abogados como el de Eran Wagner.

«En un día normal solíamos recibir entre 10 y 15 llamadas, pero el día después de los comicios llamaron unas 200 personas», asegura este letrado de Tel Aviv.

Desde entonces su oficina está «desbordada», su clientela aumentó «más de un 100 por 100» y la demanda de interesados en pedir servicios para hacerse pasaportes extranjeros es muy alta, explica.

Bajo este Ejecutivo, «muchos sienten que el país no es seguro y que la democracia peligra», añade.

Otras ciudadanías

Por eso, miles de israelíes aprovechan ahora que sus padres o abuelos nacieron en Europa para pedir ciudadanía en Estados como Austria, Alemania, la República Checa, Eslovaquia, Hungría, Polonia o Rumanía, donde hubo grandes comunidades judías hasta el Holocausto. «En años recientes ya incrementaron mucho este tipo de peticiones, pero en los últimos meses se han disparado aún más», apunta Wagner.

Las solicitudes para hacerse con la ciudadanía francesa, alemana o polaca aumentaron al menos un 10 por ciento en noviembre, una dinámica que también vieron otros países de la UE, según datos oficiales.

Pese al descontento de muchos ante la situación política actual, «solo unos pocos están pensando en emigrar de inmediato», aclara el abogado, pero la mayoría hace la consulta para tener más opciones y otra posible vía de salida ante el futuro incierto en Israel.

Es el caso de Itamar, quien obtuvo la ciudadanía alemana junto a sus hermanas hace unos años, ya que una de sus abuelas nació en Berlín. «Irse de Israel no es una decisión fácil, pero hay muchas cosas que empeoran desde hace tiempo. Es un problema porque no sé si valdrá la pena seguir esperando», remarca.

«La clase política actúa irresponsablemente hacia las nuevas generaciones», afirma el estudiante, una percepción compartida por otros jóvenes que se organizan para marcharse al extranjero con la plataforma Dejar el País. Se creó poco después de los comicios y aglutina a cientos de personas que se comunican por Whatsapp para buscar su propia salida.

«La gente se pregunta si tienen futuro en el país y si este puede sobrevivir como es ahora, pero muchos creen que no y ya buscan un sitio para emigrar», explica Moti Kahana, miembro del grupo y empresario israelí residente en EEUU, que ofrece apoyo a aquellos, cada vez más, que quieran empezar una nueva vida de una tierra natal ahora desconocida.