¿Y si el paciente es el planeta?

EFE
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El calentamiento global está mermando la salud de la Tierra y pretender tener un entorno enfermo y nosotros estar plenos de salud no es posible

¿Y si el paciente es el planeta?

¿Se puede tener calidad de vida en un planeta enfermo? ¿Tiene el cambio climático consecuencias en la salud global? ¿Nuestro bienestar depende más de la genética o del entorno dónde vivimos? De todo ello se ha hablado en la gran cita anual de la epidemiología que se ha celebrado esta semana en San Sebastián.

Cuando hace un año empezaron a trabajar en su siguiente reunión con esta temática decidida, la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) no podía prever que el calor de 2022 iba a pulverizar todos los máximos históricos: «El lema lo acertamos totalmente porque, aunque se veía venir, este verano ha sido tremendo», comenta Pere Godoy, presidente del Comité Científico.

Retos del Siglo XXI: Medioambiente, cambio climático y desigualdades sociales fue el lema elegido para la XL Reunión Anual de la SEE y el XVII Congresso da Associação Portuguesa de Epidemiología de estos días.

«Hay temas que a veces parecen ser recurrentes, pero el hecho de que lo sean quiere decir que no se han abordado antes como se debería», y eso es lo que ocurre con el cambio climático que está minando la salud del planeta y, con ella, la de las personas, señala Elena Vanessa Martínez, presidenta de la SEE.

Inundaciones, sequías, desertificación... El calentamiento global está mermando la salud del planeta, y pretender «tener un planeta fastidiado y nosotros estar plenos de salud no es posible: los aspectos físicos, químicos, económicos y sociales tienen unas leyes y nosotros no podemos salirnos de rositas de esas ecuaciones, estamos implicados sí o sí», zanja Jesús Ibarluzea, presidente del Comité Organizador del encuentro.

El incremento de las temperaturas y las cada vez más escasas precipitaciones llevarán inevitablemente a movimientos poblacionales, concentrándose cada vez más en los entornos urbanos, a la par que propiciarán la transmisión de enfermedades trasmitidas por vectores -que también migran- y zoonosis.

Un gran reto

Y, en mitad de todo ello, las desigualdades sociales, la tercera pata de los grandes retos de la salud pública de este siglo: «No solo eres pobre -argumenta Martínez-, si no que te mueres más porque eres pobre; no es porque no puedas comer, sino porque vivir en determinados entornos hace que no exista igualdad de oportunidades o elegir los riesgos a los que te enfrentas».

«Las desigualdades sociales son el elemento principal de impacto en la salud, otra cosa es que no se hable normalmente», prosigue Ibarlucea, y son las que determinan al final que uno acuda al sistema sanitario, se rodee de un medio ambiente de mayor calidad o viva en un entorno más seguro.

De modo que ya no es, como se decía antes, el código genético el que marca una mejor o peor calidad de vida, sino que «el código geográfico donde vivimos y el nivel social asociado a ese espacio va a determinar en mayor medida nuestras expectativas más que los aspectos biológicos».

De todo ello han hablado más de 800 expertos de la epidemiología, calentaron motores en el Museo de San Telmo en la primera mesa abierta a la ciudadanía para tratar directamente con ella los estragos del cambio climático.

Omnipresente pandemia

La COVID-19 fue una de las indiscutibles. Desde su vigilancia y control hasta los datos más recientes sobre efectividad de las vacunas o su desigual difusión en el mundo.

La salud mental, el cáncer, enfermedades de transmisión sexual, obesidad, pornografía y violencia sexual entre los jóvenes, la salud pública pospandemia, las nuevas agencias de salud pública o los estudios de cohortes para monitorizar la salud de la población en el siglo XXI centraron más del millar de comunicaciones .

También hubo hueco en este encuentro científico para la viruela del mono. «Cuando se empezó a programar este encuentro, no parecía que iba a tener esta repercusión que ha tenido, con más de 6.000 casos, la mitad de todos los de Europa», reconoce Godoy.

«Esta enfermedad ha cogido a todo el mundo de manera inesperada, pero España está en una situación difícil», explica este experto, ya que hay muchos obstáculos para ponerle freno debido a que se transmite por contacto, «lo que trae unas connotaciones que la hacen más difícil de controlar».

El experto espera que el monkeypox suponga una oportunidad de recuperar otra de las grandes pérdidas ocasionadas por el coronavirus, y es el seguimiento de cada uno de los casos para romper las cadenas de transmisión. «Todo es importante, pero hay que volver a la epidemiología de campo», concluye.