Tras pasar por Valencia y Ávila, hace solo unos meses que este médico especialista en Urología recaló en el Hospital General de Segovia, su tierra de nacimiento. Tiempo suficiente para ver cómo todo el personal del complejo se ha unido para enfrentarse a las adversas circunstancias que les ha tocado vivir. Él también, por supuesto. Las enfermedades y los pacientes que Ángel Gallego se encuentra acostumbrado a tratar han quedado aparcadas –salvo en caso de emergencias– y se ha puesto a disposición (como casi todos los facultativos de cualquier especialidad) de los internistas, que están llevando las riendas en la lucha contra el coronavirus.

«Voy con ellos y me encargo de apoyarlos. De ir escribiendo, de recetar, de hablar con los familiares... Además, acudimos a atender las urgencias urológicas que entran, que es algo que habitualmente no hacemos», explicaba en conversación telefónica con El Día de Segovia el pasado viernes. Él se encuentra bien. También su mujer, que es ginecóloga. Sin embargo, no pueden evitar tener cierto miedo ante la posibilidad de contagiar a sus hijos. «Eso es lo más duro, pero está claro que no lo puedes evitar y que lo único que está en tu mano es ser lo más cuidadoso posible para no contribuir a que el virus se siga propagando», remarca.

Pero frente a todos los aspectos negativos que rodean a esta crisis, este médico se queda con el esfuerzo que están realizando todos los trabajadores. «Es la leche porque, cuando está haciendo falta, nadie se está echando atrás. Eso te llena. Todo el mundo está expuesto y todo el mundo está dando el callo», subraya. Tampoco se le va a olvidar una de las imágenes que le han marcado estos días: «Se me ha quedado grabado ver a todas las enfermeras entrar a trabajar con unas viseras hechas por Apadefim».