El salto a 'influencer' del segoviano Iván Álvarez

Nacho Sáez
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Cada vídeo que publica en Instagram practicando 'parkour' por las calles de Segovia tiene miles de visualizaciones. Comenzó animado por un amigo hace cuatro años y ya cuenta incluso con sus propios patrocinadores.

El salto a 'influencer'

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Parkour.

En estos tiempos en los que la felicidad depende para muchos de ver satisfechos compulsivamente sus deseos, Iván Álvarez Garrido (Segovia, 26 de junio de 2000) se conforma con la calle para sonreír. Un árbol, una barandilla, unas escaleras o una tapia le sirven para hacer lo que más le gusta. «Mi familia ha tenido medios para comprarme móviles o consolas, pero siempre he preferido salir a la calle», cuenta este estudiante de Tafad (Técnico Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas). Hace tres años, además, abrió una ventana al mundo gracias a su idilio con el mobiliario urbano que le ha granjeado la admiración de más de 8.500 personas. El salto a ‘influencer’. 

Esos más de 8.500 son los seguidores que tiene en Instagram, donde cada vídeo que publica como @ivanyviieneen tiene casi tantas reproducciones. En uno de los últimos aparece haciendo acrobacias en el barrio de San Frutos. O mejor dicho, ‘parkour’, que es la disciplina que practica desde que hace cuatro años y medio un amigo le animó a probarlo en las pistas Antonio Prieto de atletismo. Ahora, él y su grupo se dejan ver por cualquier barrio de la ciudad: San José, Nueva Segovia, el casco histórico o el Puente Hierro, al que pertenece. «Por desgracia, sobre todo la gente de avanzada edad, nos sigue viendo como vándalos, pero es una imagen muy equivocada», se queja tras realizar una breve demostración de sus habilidades para El Día.

Antes de volcarse en el parkour, Iván jugó al fútbol, hizó malabares y aprendió a bailar el diábolo y la peonza. Alberga un carácter creativo al que también dio rienda suelta a través del Bachillerato Artístico que estudió en la Escuela de Arte y Superior de  Diseño Casa de los Picos. «He salido varios años en la Cabalgata de Reyes haciendo acrobacias», añade este convencido de que el parkour no implica pertenecer a ninguna tribu urbana ni vestir un  estilo de ropa específico pero sí apostar por un estilo de vida. El parkour nació a finales de los años 80 en Francia y se popularizó en los 90 y en los 2000 a través de las películas, documentales y anuncios televisivos protagonizados por los Yamakasi, sus pioneros. Hoy son numerosos los ayuntamientos españoles que incluyen esta disciplina en sus iniciativas para promover un estilo de vida saludable entre los jóvenes y alejarlos de las drogas y del alcohol.

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«Hay gente que viste muy ancho, otra que no... Pero el ‘parkour’ sí que influye en la manera de enfocar las cosas en la vida, sobre todo a la hora de conocer gente. Solemos irnos a entrenar a otras ciudades en las que hay mucha gente y esto te abre la mentalidad», reflexiona Iván, que apunta a «entrenar, entrenar y entrenar» como la clave para mejorar. Él no tiene rutinas concretas, pero casi no hay fin de semana en el que no quede con sus amigos para disfrutar de su pasión. «A nivel físico no es tanta la preparación que has de tener, puesto que cualquier persona puede hacer ‘parkour’ y el estado de forma se va cogiendo con el tiempo», explica. «La parte mental diría que es la más importante e incluso que supone un 60 por ciento, desde mi perspectiva, ya que puedes estar preparado físicamente para un salto, pero tu mente no. Y si no logras romper esa barrera, es complicado progresar».

Para las fotografías de este reportaje se ha vestido  con ropa oscura, pero debajo de la sudadera lleva una camiseta amarilla con la que tampoco le importa aparecer. Mientras, en las orejas lleva sendos pendientes que no guardan, dice, ningún significado especial. Más allá del componente estético, Iván prefiere sentirse a gusto. ¿Y qué valoran  en él los miles de seguidores con los que cuenta en Instagram? «No lo sé. De repente a la gente le empezó a gustar interactuar connmigo», señala.
Entre sus ‘followers’ figuran muchos segovianos pero también jóvenes de Londres o Estados Unidos. «Hay gente que sale a entrenar para grabarse y publicarlo. Yo sólo me grabo si creo que tengo algo que merece la pena», afirma. Quizás esa naturalidad sea la que haya convencido a la marca de ropa Stronvers para patrocinarle. También ha hecho cosas con una bebida energética, aunque nada de tanta entidad como para recibir un sueldo de manera regular o poder vivir del ‘parkour’.

La perspectiva no la pierde y está centrado en finalizar sus estudios de Tafad en el instituto La Albuera «para enfocar de manera profesional todo lo que estoy aprendiendo o quizás ampliar mi formación con el grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFD), antes INEF». La competición en ‘parkour’ tampoco le llama la atención como una forma de acceder a mejores premios y más patrocinadores. «He participado en alguna, pero la verdad es que no me gusta. Prefiero ver el ‘parkour’ como algo no competitivo porque, en mi opinión, no se trata de superar al otro sino a ti mismo. Cada uno tenemos un estilo y todos pueden resultar válidos», argumenta.

El suyo da mucha importancia al salto. Impresiona más verle en directo que en los vídeos. En un rincón escondido entre bloques de viviendas en el barrio de Nueva Segovia, aprovecha una rampa construida con el objetivo de facilitar la accesibilidad para mostrar algunos de sus ‘trucos’. Reversos, ‘gatos’, recepciones, ‘flash kicks’... El riesgo es inherente a esta actividad, pero Iván asegura que trata de primar la seguridad: «He tenido alguna caída pero nada grave. Sucede como en cualquier otro deporte. Lo que no puedes hacer no lo puedes hacer. Aunque siempre hay alguna oveja descarriada que da mala imagen, la mayoría no hacemos nunca burradas».

Y es precisamente eso lo que trata de inculcar a los más jóvenes que comienzan. Los brazos en la comunidad ‘parkour’ siempre se encuentran abiertos a nuevos integrantes, y el propio Iván ha impartido algún taller. «Se lo digo a los chavales que empiezan. Esto es como un examen. Si te lo curras es muy probable que te den un siete y que tú  te sientas genial», remarca, al tiempo que insiste en los prejuicios que todavía hoy perduran en la sociedad: «Nos ven como cabras locas, pero no se dan cuenta del trabajo que hay detrás de cada salto».

Raymond Belle, uno de los pioneros, usó el término ‘le parcours’ para bautizar la disciplina y abarcar todo su entrenamiento: escalada, saltar, correr, equilibrio... La filosofía de vida de Iván va en ese camino. «Me aplico que si tú no haces algo, nadie va a hacerlo por ti. Las cosas tienen que salir de uno mismo», asevera en la penúltima reflexión que comparte. La última la deja para volver a pedir comprensión para la actividad que realizan. Carecen de instalaciones especializadas en Segovia, aunque esa circunstancia no supone ningún problema. «Intentamos cuidar el mobiliario urbano. También es nuestro», zanja.