Un alma sensible

Patricia Martín
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'Los diez lugares' de Isabel Serrano, presidenta de la asociación Alezeia.

Un alma sensible - Foto: Rosa Blanco

María Isabel Serrano González es egoviana de de adopción. Doctora en Medicina por la UCM, con una tesis premiada por el Fondo de Investigaciones Sanitarias de la Seguridad Social. Especialista en Medicina Interna y Médico de Familia, ha ejercido como médico de Atención Primaria. Preside la Asociación de Educación para la Salud ALEZEIA y directora de la revista ‘A Tu Salud’, durante  23 años, reconocida de interés por la UNESCO.  Pionera en investigaciones sobre la salud de las mujeres y sesgo de género en la asistencia y en la profesión sanitaria. Escritora, poeta, cooperante, mujer, esposa, madre y abuela.

1. El vino. Encuentros con amigos, desconocidos o amigos ocasionales, enlazan anécdotas, sorpresas compartidas, y chascarrillos. Recuerdos del corazón y del vino que hacen gozosos los momentos vividos. A veces la copa colorida, que formamos todos, se lleva la tristeza. Otro vino, que no tiene copa, embriaga de amistad. Un bar, mesón, restaurante, da lo mismo, si junto al buen vino conectas con la danza de la vida y, sin culpabilidad, comerse un torrezno. 

2. Librería Antares Siempre se para ante su escaparate. Los libros le invitan a tener una gran conversación, con su títulos llenos de misterios. Al entrar, siente que está llena de historias. A veces busca títulos concretos o autores, otras pasea a ver cuál le conquista. Acaricia las portadas, un saludo al autor. Leer es uno de los mayores placeres de la vida. Blanca, su dueña, le asesora y lo hace bien. 

3. El Alcázar. Barco que te transporta en el tiempo. Un éxtasis verlo de noche iluminado y descansando en él, la luna con forma de canoa. De cerca, el esgrafiado; de lejos, la majestuosidad. Dentro, la historia tejida por una mujer, Isabel La Católica. Impuso su criterio de casarse con Fernando, con sentido político y de conciencia nacional poco habitual, germen de un estado moderno. Una mujer, que atesoraba ‘La ciudad de las damas, de Cristina de Pizán, alegato a favor de las mujeres, en el SXIV, que mandó traducir su madre, María de Portugal. Que lo leyera le hace pensar que su reinado no se puede reducir al ‘tanto monta, monta tanto’ o ¿tal vez lo resignifica?.

4. Tras el Arco del Socorro. No conoce a sus gentes. Podría haber elegido el suyo, San Millán, pero le gusta por su distribución arquitectónica, vario pinta y plagada de épocas históricas.Por una rendija, la Catedral; por un costado, la muralla; al frente, la religión popular y en el medio, Agapito Marazuela y su guitarra, con todos los cantares del pueblo. La original obra de Moro evoca los estragos de la guerra incivil en Agapito, que le partió en dos mitades paralelas. Siguen sonando su guitarr y, en el Socorro, unos buenos huevos fritos.

5. La Casa de la Moneda. Sus ruedas que mueven el agua del río y generaban la fuerza necesaria par impulsar las maquinaría de la fábrica. Cuando vienen sus nietos. «Abuela, abuela», dice su nieto Rubén, «se mueven las ruedas, empujadas por el agua». Es la noria, le digo. Recuerdos de su pueblo, Guadalix de la Sierra, en tiempo pretéritos, tierras de Segovia, como da fe el Acueducto de su escudo. Le fascinaba ver dar vueltas a la noria sacando el agua del pozo, y cómo los cangilones se vencían para sacarla y correr por los huertos.

6. La Huerta de los Carmelitas. Mezcla de naturaleza, paisaje, aridez y serenidad. Lugar que incorpora el paisaje más allá del mero jardín y al conjunto monumental de Segovia. Peñas grajeras, erosionadas por el agua; los lirios morados tapizando los senderos; y en el horizonte, hermosas montañas inmutables. Pasear es un gozo estético, que te armoniza con la naturaleza que lo envuelve y la espiritualidad que lo atraviesa. Por aquí paseo San Juan de la Cruz.

7. Añe y Carbonero de Ahusín. Donde ejerció como médico, y mantienen vivo el fuego del pasado, abiertos a un presente bien creativo y hermoso. El rostro de su gente penetran como un roca moldeada en las corrientes rápidas del presente, y no se van del corazón. La belleza y la simplicidad y el corazón latiendo de estos lugares y sus gente siempre le sobrecogieron. Para ellos, «mi recuerdo agradecido». 

8. La Plaza de San Martín. Conjunto arquitectónico no sujeto a un diseño sino que la vida fue poniendo cada cosa en un lugar, y lo ha convertido en una plaza con una hermosa belleza, presidida por Juan Bravo y testigo de las quejas de los mayores por las pensiones, la sonoridad de las mujeres que «no queremos más desigualdad». Una plaza profundamente cultural, testigo de la historia, la política y cultura. 

9. Encontrarse en la Alameda.  Pasear para pararse y sentirse, y sentir en ella el pálpito de la vida. Muchos espacios para ver y disfrutar, fluir como el río, aunque no sea muy profuso, alberga la luz, la brisa, el silencio, el vivo silencio cantarín que acompaña el transcurrir del río. A veces fecundado por la alegría de los niños que juegan con el agua.

10. Segovia. Un espectáculo: ver salir la luna de las fauces de las sombras y colarse en lo alto del Alcázar. Sus hijas nacieron en Segovia. Recibiendo todo de esta ciudad, pero como tantos jóvenes se han tenido que ir a buscar la vida en otras partes.