Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


¡Gol, goool!

22/11/2022

Será uno de los principales gritos durante un mes. Para unos, una tortura, una pesadez insoportable. Para otros, tensión, pasión, ilusión y esperanza de que su país llegue a lo más alto. Para todos, contrarios y entusiastas, uno de los más mayores espectáculos, deportivos y no deportivos, posibles y quizás la mejor manera de olvidar durante unos días los graves problemas a los que está enfrentada la Humanidad. El fútbol puede con todo. Y más si se trata de un Campeonato del Mundo de Selecciones, donde se dan cita las máximas estrellas del balompié y se dirime una supremacía que durará cuatro años y que hará sacar pecho a los aficionados y fans de los vencedores. Y si alguien duda, que lo pregunte en Brasil, Argentina o Uruguay. En Europa, también, pero algo menos; no hay color, si bien en España el triunfo del 2010 hizo brotar un orgullo resumido en aquel grito de «soy español, español, español».
A pesar del impacto de esta cita futbolística, el Mundial de Qatar llega envuelto en muchas sombras. Cada vez está más claro que hubo presiones y «mordidas» para que la FIFA se decidiera por el emirato petrolero. La pela es la pela. Y los gerifaltes futboleros vieron una mina de beneficios si el campeonato se iba donde se ha ido. ¿Beneficios para el fútbol o también para algunos bolsillos? La duda ofende.
Y luego está el asunto, grave, de los derechos humanos. En Qatar no se respetan como tendrían que respetarse, especialmente con las mujeres y con el colectivo LGTBI. ¿Ayudará algo el Mundial a mejorar su situación? Soy muy escéptico al respecto. Dentro de un mes seguiremos hablando del campeón y del nivel deportivo y nos habremos olvidado del problema de los derechos humanos. Y continuarán mandando los petrodólares, digan lo que digan los barandas de la FIFA, que, eso sí, presumirán de exitazo de organización y de ganancias sin pensar en los 6.500 obreros muertos durante la construcción de los estadios por culpa de las malas condiciones laborales, incluidos los bajos salarios. Y los demás nos habremos pasado varias semanas gritando ¡gol, goool! Y después, ya vendrá la Navidad.