Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


El topo

26/05/2023

Si se persevera, es posible cogerle cariño a George Smiley, pero no tiene la calidez del inspector Morse. En ambos personajes su mayor atributo personal no es la inteligencia, que poseen a raudales, sino la fragilidad humana que acompaña al individuo.

El ejército americano ha vuelto a sufrir una nueva filtración de secretos. Algunos dirán que es una buena noticia para el F.S.B. ruso, pero si lo piensan con calma, confirma que es innecesario tener un servicio de contraespionaje cuando la inmadurez de los soldados es suficiente para poner en peligro al país.

Con la complejidad que supone conocer toda la verdad en un caso de alto secreto, sí que parece que Estados Unidos vuelve a cometer el mismo error que acompaña a la acción pública occidental en todos los apartados. Permitir que un individuo inestable pueda hacer un daño desmedido al difundir la información a la que tiene acceso.

No hay que haber leído a Nassim Taleb para intuir que todo lo que puede salir mal puede llegar a ocurrir. Los políticos como los militares tienen que preparar a su sociedad para lo peor porque es la única manera de protegerla en caso de darse. La necesidad del sector primario no se basa en una causa económica, social o medioambiental; más bien, que sin él, en ciertos escenarios nos morimos literalmente de hambre. Ese riesgo es inasumible porque limita nuestra soberanía y reduce nuestro margen de maniobra.

Gran Bretaña está viviendo una huelga sanitaria durísima. Se ha avisado a los potenciales usuarios que intenten cuidarse porque como les pille, digamos que de ésta no pasan. Es el momento de cuestionarse el modelo cuando se pierde la perspectiva vocacional y el daño potencial generado. Un sistema centralizado puro tiene bondades y peligros. La coherencia en los servicios no implica unidad en la gestión pero existe el riesgo de la incompetencia en su prestación.

En Occidente, este debate va a dejar de ser relevante en breve. Fruto de una pirámide poblacional invertida, la Administración se va a reducir en todas las áreas y se tenderá a un sistema unitario de gestión. Habrá que hacer lo mismo con menos y eso siempre redunda en una peor calidad. Esto es si no ocurre nada más.

Al haber regulado todas las actividades humanas, tenemos una falsa sensación de seguridad. No somos prósperos por legislar, sino por crear y proteger la riqueza existente. ¡Quién diría que ha caído el muro de Berlín!