Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Alquileres

07/05/2020

El que no se haya dado cuenta de que esta crisis (que es de oferta) está reforzando la importancia de los negocios en la nube, es que está en la luna. El que no sea consciente del “nuevo presencialismo” es que está ausente. Y mientras no revisemos el peso de las rentas frente al factor trabajo, no habremos entendido la verdadera naturaleza de esta crisis.
El valor de los locales comerciales ya no es el que era, ya no lo era de hecho antes del Covid. Sólo ciertas calles de las ciudades han mantenido su tracción. Ya eran un problema los costurones de “Se alquila” “Se traspasa” “Se vende” antes de este cataclismo. Ahora lo es más.
Se necesita deflactar el precio de los alquileres para que los negocios viables puedan seguir abiertos. Se necesita estimular estas depreciaciones para que los propietarios puedan rebajar con estímulos y desembarazarse de las grandes cargas fiscales que acarrea una propiedad. Pero los emprendedores no pueden pagar según qué rentas, porque el coste acaba recayendo sobre el precio y la libertad del consumidor acaba dictando sentencia.
Y las autoridades pueden jalear campañas de concienciación para estas “quitas” de modo que quienes ahora no pueden abrir porque los gastos fijos les aplastan puedan ser solidariamente acompañados por los propietarios de los locales: manejo cooperativo del que depende una porción enorme de la economía de la región. Y la fisonomía de las ciudades.
Es tiempo de estímulos, de compromisos, pero también lo es de nuevos paradigmas, que no tendría sentido que el coronavirus nos haya cambiado la forma de vivir y sin embargo no la manera de pensar o el modo de hacer negocios. Es tiempo de vino nuevo en odres nuevos. Es tiempo de elevar a la categoría de normal en los negocios comerciales lo que a nivel de calle es normal. La frase de Suárez, dicha para la política, vale ahora, más que nunca, para el comercio y para los negocios.