Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Pandemia y patentes

10/05/2021

En medio de tantas noticias sobre lo que pasa en nuestro mundo cada día, seguramente con predominio de las que no son positivas, de pronto surge alguna de esas que devuelven la esperanza sobre la capacidad de los seres humanos de ejercer la solidaridad entre ellos cuando están afectados por un problema común. Estoy pensando en la posibilidad, admitida por los EEUU y luego por la UE, de que se suspendan temporalmente los derechos de patente sobre vacunas, medicamentos, material sanitario, etc., relacionados con la pandemia. Si finalmente se adoptan decisiones en ese sentido, será un paso muy significativo en la lucha contra la pandemia, desde luego, pero también a favor de un mundo algo mejor del que ahora conocemos.

Las circunstancias son bien conocidas: la pandemia tiene alcance mundial y no hay espacios exentos; el virus ofrece ya varias mutaciones, algunas más dañinas, que se pueden extender de un sitio a otro con bastante facilidad en un contexto global y fácilmente comunicado; no en todos los países hay capacidad de reacción equivalente, por razones económicas, sociales, o propiamente sanitarias. Desde este punto de vista, extender la fabricación y distribución de vacunas es decisivo para todos; o se combate la pandemia en el conjunto del planeta, o tarde o temprano volverá a aparecer y circular.

Pero luego está la otra parte: disponer de vacunas exige investigación científica de alto nivel, y mucha inversión para fabricarla a gran escala. Quienes lo hacen, grandes laboratorios y grandes empresas, además de disponer de ayudas públicas si fuese necesario, pretenden rentabilizar su inversión y obtener beneficios que, entre otras cosas que pueden imaginar, también pueden servir para financiar nuevos proyectos de investigación. Y ahí entran en escena las patentes, que no son otra cosa que derechos de explotación exclusiva a favor del titular, durante cierto tiempo, que él puede utilizar como fabricante, o que puede ceder a otros, a buen precio, mediante una licencia. Así está reconocido en la legislación universal de patentes, como también lo está la posibilidad de que los Estados concedan licencias obligatorias y suspendan los derechos de exclusiva para facilitar más fabricación y más distribución.

Hacer esto no es sencillo; requiere firmes decisiones políticas con importantes repercusiones económicas. Para eso están las grandes ocasiones. Y esta lo es.