Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


París, Texas

12/06/2020

Después de unos meses hablando de lo mismo, la clase política debería dedicar tiempo y energías en pensar qué retos nos van a acompañar durante los próximos años. El primero es una deuda descomunal cuyo pago de intereses limitará nuestra capacidad para destinar recursos. En algún momento los políticos se verán obligados a decir la verdad sobre este aspecto aunque presionarán al Banco Central Europeo para retrasar la declaración. Tengan por seguro que llegará.

Las teorías sobre los vencedores y vencidos de esta pandemia son prematuras al desconocer el impacto final y las consecuencias productivas de tamaño desaguisado. Podemos afirmar que la pérdida de vidas humanas desde una perspectiva estadística anual final va a ser menor de la prevista. La inmensa mayoría de los fallecidos era gente muy mayor, cuya expectativa de vida se ha acortado bruscamente pero muchos de ellos habrían fallecido naturalmente en los próximos doce meses. No es agradable reconocer que el impacto económico varía según la edad.

Las economías que triunfarán, las que saldrán hacia adelante, serán aquellas que encuentren el correcto equilibrio entre seguridad y libertad. En este ejercicio intelectual, habrá expertos que argumentarán que es inmoral anteponer la riqueza a la vida y que no debería ser ni considerado. Este concepto es tendencioso. La construcción de un edificio, una fábrica en funcionamiento o el acto de conducir un vehículo, puede ser potencialmente mortal, porque los accidentes ocurren. La actividad humana requiere asumir ese sacrificio diario.

Confundimos a las personas con los países, cuando la historia es muy distinta, ya que las personas son efímeras mientras las naciones tienen una capacidad superior para soportar el dolor, el coste y las muertes. El Estado no puede actuar con miedo, sino con determinación. Una vez se le ha quitado el susto del cuerpo, el gobierno chino ha desplegado su fuerza naval para extender su dominio más allá de sus aguas territoriales. Vietnam, Filipinas, Corea del Sur, Japón y Estados Unidos no pueden indefinidamente ignorar dicha afrenta; no por ego sino por necesidad.

El hundimiento del precio de las materias primas beneficia a corto plazo a China y su ingente necesidad de recursos, pero desestabilizará a los países productores. Cuando se posee dimensiones continentales y una cultura milenaria se juega a otra cosa. Nadie quiere hablar de ello, pero China tiene un objetivo. ¿Lo tenemos nosotros? Desgraciadamente la Unión Europea se empeña en demostrar que carece del talento para liderar un proyecto moderno y ambicioso.