Si hace unos días parecía que Voz comenzaba a ponerle las cosas difíciles al PP con sus propuestas que llevaron a la ruptura con el gobierno de Juan Manuel Moreno en Andalucía, y en Ceuta o en el Ayuntamiento de Murcia, la apertura de la nueva legislatura en la Comunidad Autónoma de Madrid ha mostrado que las uñas de Vox están bastante limadas y que pese a que sus votos son imprescindibles para que la futura presidenta, Isabel Díaz Ayuso, cuente con mayoría absoluta para sacar adelante las leyes que proponga, prácticamente no ha planteado exigencias sobre su presencia en los órganos institucionales y se ha conformado con un puesto de segundo orden en la Mesa de la Asamblea madrileña, a la espera de que realice propuestas que puedan condicionar las decisiones de Ayuso, con la que se disputan el mismo espacio electoral.
El único acuerdo alcanzado hasta ahora entre Díaz Ayuso y la representante de Vox en la comunidad, Rocío Monasterio, es el de acometer una reducción del número de diputados de 136 a 69, una propuesta que obligaría a modificar el estatuto de Autonomía, para lo que no cuentan con los votos necesarios, por lo que se convierte en un brindis al sol. La presidenta en funciones apenas ha tomado en consideración la propuesta de Monasterio de que el próximo gobierno se ponga a trabajar en la aprobación de unos nuevos presupuestos para la comunidad, que los tiene prorrogados desde 2019, para centrarse en la aprobación de los del próximo año, a pesar de los perjuicios que la ausencia de una cuentas públicas origina a pymes y emprendedores, las primeras porque no ven llegar las ayudas públicas y los segundos porque no han percibido las bonificaciones de las cuotas a la Seguridad Social del segundo año como autónomos, la famosa tarifa valle, y ni tan siquiera ha aprobado el ‘caramelo fiscal’ del que presume.
A esta situación se suma que Vox votara a favor ‘gratis total’ de la investidura de Isabel Díaz Ayuso en un vaivén típico de una formación que se mueve según cambia el aire. Ayuso, a su vez, será una de las escasas dirigentes regionales del PP que acudirán el próximo domingo a la concentración organizada por la ‘sociedad civil’ –Rosa Díez- en contra de la previsible concesión del indulto a los presos del ‘procés’ a la que asistirá la plana mayor del PP, con Pablo Casado a la cabeza, pero a la que no acudirán los principales ‘barones’ regionales del partido que ven otra vez como esa concentración puede convertirse en un abrazo del oso de Vox al PP y que sea la ultraderecha quien capitalice un acto de esas características.
No obstante, Vox sigue con sus iniciativas que condicionan al resto de grupos parlamentarios con sus propuestas políticas movidas por una cerrazón y unas anteojeras que causan sonrojo por su inhumanidad. La Mesa de Edad de la Asamblea propuso guardar un minuto de silencio por el asesinato de una mujer en la localidad madrileña de ozuelo a manos de su marido, quien luego se suicidó, y el representante de Vox impidió la unanimidad necesaria para llevarlo a cabo.
Para la próxima semana está previsto el pleno de investidura de Isabel Díaz Ayuso, que la convertirá en la presidenta autonómica del PP con el mayor respaldo de todos, tras la hábil jugada de convocar elecciones anticipadas para evitar una moción de censura en la que nadie pensaba, y quizá lo aproveche para presentar cartas credenciales a puestos de mayor enjundia.