Benjamín López

A CONTRAPELO

Benjamín López

Periodista


Sánchez va ganando

16/03/2019

Cuando Sánchez anunció el adelanto electoral hace unas semanas la sensación mayoritaria era que el doctor perdería ese envite de forma estrepitosa. Su falta de escrúpulos, sus alianzas con los que quieren destruir el orden constitucional-meto ahí a Podemos-, su dudosa gestión, el ridículo de algunos de sus ministros y el precedente de Andalucía hacían presuponer una debacle del sanchismo. Ni un mes después, casi nadie duda de que Sánchez ganará las elecciones y la incógnita está en saber por cuánta distancia con el segundo y si le saldrá la suma con los mismos, con los anticonstitucionales, para instalarse cuatro años más en la Moncloa.
¿Qué ha ocurrido en medio para que el panorama haya dado un giro tan brusco? A mi juicio, varias cosas. Por un lado el éxito propagandístico de Sánchez y, por otro, la mala campaña electoral de la oposición. El doctor lleva años con una obsesión: gobernar. No le importa tanto cómo gobernar o para qué gobernar como el hecho mismo de estar en el poder. Y todo lo que hace se dirige a ese único objetivo: desenterrar a Franco; lanzar decretos a su antojo; usar los Consejos de Ministros como altavoz propagandístico; gastar el dinero público que no tenemos para mayor gloria personal; utilizar el disfraz de presidente para hacer actos sectarios y partidistas; lanzar a sus ministras como hooligans izquierdistas a las manifestaciones del Día de la Mujer. Todo eso y más dirigido a reforzar un único mensaje, tan primario como efectivo: ¡Que vienen los fascistas! Y le está dando resultado. Quizás no tanto como dicen las encuestas, pero le está funcionando. El sanchismo carente de escrúpulos está utilizando el CIS, TVE y sus medios afines para lanzar el mensaje inflado de que Sánchez va en cabeza. Se llama la teoría del caballo ganador, según la cual la gente tiende a sumarse casi inconscientemente al más fuerte. 
La oposición, por el contrario, parece perdida. Especialmente el PP. No vemos que lleve la iniciativa. Frente al «¡Que vienen los fachas!» del PSOE, los populares no están contraponiendo un mensaje claro. De repente ya no se habla de la unidad de España, del compadreo del Gobierno con los golpistas, que es el principal talón de Aquiles de Sánchez. Parece que les ha sorprendido la convocatoria electoral y la capacidad de manipulación de su rival. Si es así, es preocupante porque se veía venir. El único consuelo es que queda mucho tiempo, pero el PP ha perdido la iniciativa. Tendrá que intentar revertir la inercia negativa. Un debate cara a cara con Sánchez podría ser determinante pero el inquilino de la Moncloa, consciente del peligro que entraña para él, se niega en redondo. O espabilan o nos comemos a Sánchez y sus socios, populistas bolivarianos y golpistas, durante cuatro años. Un escenario de auténtica pesadilla para España.