Isaías Lafuente

CRÓNICA POLÍTICA

Isaías Lafuente

Escritor y periodista. Analista político


Poca cosa

15/03/2019

Las elecciones primarias de Ciudadanos en Castilla y León no comenzaron bien y acabaron de mala manera. Un total de 82 votos fantasma dieron la victoria a la candidata apoyada por la dirección del partido, Silvia Clemente, recién aterrizada en Ciudadanos procedente del PP y presentada como gran fichaje a pesar de las sospechas que la persiguen por presuntas irregularidades en su actuación política anterior. Y fue oficialmente proclamada candidata. La comisión de garantías del partido tuvo que reconocer el fiasco horas después y proclamó vencedor a su contrincante, Francisco Igea. Su secretario general, José Manuel Villegas, zanjó el asunto afirmando que «lo importante es que el sistema lo ha detectado, lo que habla de la transparencia del sistema». Es mentira, porque el sistema no detectó algo tan sencillo como que el número de votos y votantes no cuadraban, ni detectó que un número considerable de votos se habían producido de golpe, de madrugada y desde un par de ordenadores, como si un nutrido grupo de militantes hubieran organizado una fiesta particular para votar desde un mismo sitio. Tuvo que ser la candidatura perjudicada la que detectó el error, lo documentó y elevó la queja a la comisión.
Pero lo más sorprendente no es esa primera reacción oficial sino que la ejecutiva de Ciudadanos reunida esta semana no le haya dedicado un solo minuto a discutir este turbio asunto, como si fuera cosa menor. Puede parecer poca cosa un desvío de 80 votos irregulares en una votación. Pero como el colegio electoral no era muy grande en este caso, unos mil votos emitidos, el desvío que se produjo fue del ocho por ciento. Una cantidad nada desdeñable porque si de unas elecciones generales se tratase ese desvío se aproximaría a los dos millones de votos. ¿Qué estaría diciendo Ciudadanos ante un fiasco semejante? ¿Qué investigaciones estaría reclamando, que responsabilidades políticas estaría pidiendo en una circunstancia así? ¿Cómo calificaría a los responsables de un sistema que hubiera permitido o al que se le hubiera colado semejante fraude? 
No tenemos los datos suficientes como para afirmar que lo sucedido fue un pucherazo organizado por la dirección del partido para sacar adelante a su candidata. Tampoco sabemos si fue la candidatura de Silvia Clemente la que urdió el engaño. Eso sería gravísimo. Pero la versión más benévola tampoco es mucho mejor en un partido que tiene por bandera la regeneración. Porque nos hablaría de la suma incompetencia para organizar un sufragio aparentemente tan sencillo, algo impropio en un partido que quiere gobernar España y a quien le correspondería organizar en un futuro  elecciones en las que un desvío de votos como el que se produjo en estas primarias sería considerado un auténtico escándalo. Así que Ciudadanos no puede ponerse de perfil. Ha de investigar en profundidad lo sucedido, identificar quién, cómo y por qué e informar a los ciudadanos, con minúscula, dando una versión más creíble al precario «el sistema detectó el error», porque no fue así.