Las dos intervenciones de Pedro Sánchez durante el fin de semana han dejado en buena parte de la ciudadanía un gusto amargo. Muchas palabras para decir poco. En realidad, en las palabras del Presidente lo que subyacía era una excusa: que el Gobierno lo ha hecho bien porque ha seguido en todo momento las recomendaciones de los expertos. Escudándose en otros pretende quitarse la responsabilidad de los errores cometidos.

Sin duda es difícil gestionar una situación como esta, pero quizá el primer paso para que los ciudadanos se sientan seguros es que desde el Gobierno se reconozcan los errores cometidos, el primero de ellos, no haber dado la importancia real a la amenaza del coranovirus como si este maldito virus fuera un ente con el que no tendríamos que tratar.

Esos días corren por la red vídeos donde podemos ver las declaraciones de los distintos miembros del Gobierno desde que apareció el Covid 19. Nos tranquilizaban, nos decían que no pasaría nada, incluso, un científico como Fernando Simón tuvo la osadía de decir que él no veía inconveniente en que se celebraran actos públicos masivos como fue la manifestación del 8 de marzo. Aquellas palabras fueron una temeridad y han tenido consecuencia porque muchas, muchísimas personas creyeron a Fernando Simón, creyeron al Gobierno y naturalmente salieron a la calle confiadas.

Desde el Gobierno, el propio Presidente intenta que nos creamos que en realidad ellos han actuado con el único criterio que les marcaban las autoridades sanitarias, es una manera de lavarse las manos. Porque claro, si esas autoridades científicas y sanitarias hubieran alertado debidamente al Gobierno, este habría adoptado las medidas pertinentes.

Lo cierto es que todas las alarmas que llegaban a nuestro país fueron desoídas y al señor presidente no se le ocurrió que, por lo que pudiera pasar, había que preparase. Y lo que ha pasado es la peor de las pesadillas.

La verdad es que las dos intervenciones del Presidente han resultado decepcionantes. Nada de lo que ha dejado dicho ni como lo ha dicho ha resultado convincente.

El Gobierno se enfrenta además de al coranovirus a una crisis de confianza aunque es justo decir que hay ministros, como la titular de Defensa, Margarita Robles, que sí que está a la altura de las difíciles circunstancias por las que se enfrenta nuestro país. Su gestión al frente de las Fuerzas Armadas es impecable.

También el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, que está dando lo mejor de sí.

Pero su actuación en esta crisis es muy específica, de manera que lo que se echa en falta es que haya alguien al timón que sepa cómo vencer el temporal en el que estamos inmersos.

El mal ejemplo además del Vicepresidente Pablo Iglesias, saltándose a la torera la cuarentena para asumir protagonismo en una rueda de prensa y que nos enteremos de que ahí está él mandando, ha sido una irresponsabilidad.

Como también los ciudadanos han anotado en el haber del Gobierno que los políticos hayan tenido prioridad a la hora de hacerse los test para saber si tenían el Covid 19 mientras que a miles de ciudadanos se les ha negado hacerles el test pese a las recomendaciones constantes de la Organización Mundial de la Salud.

Esperemos que la próxima vez que el Presidente convoque a los ciudadanos sea para de verdad decirnos algo.