Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Otro diario pestilente

02/04/2020

La biblioteca era un buen acompañante en esas jornadas incesantes de minutos que daban de nutrir a su alma abotargada. Encontró un volumen de historia que hablaba de la peste bubónica de 1348 y, aunque no era lo mismo que la plaga que nos asola ahora, se puso a leerlo devoto para comparar y ver cómo la sociedad cambia o no, qué pautas se repiten o transforman. 
Aquella peste también partió de China; en Yunnan era endémica, y los mongoles la propagaron al conquistarla en 1253 llevándola consigo al centro de su imperio y extendiéndola hasta el Mar Negro por la ruta de las caravanas (el comercio). El khan Kiptchak, al sitiar la colonia genovesa de Caffa, en Crimea, arrojaba con las catapultas por encima de las murallas los cadáveres apestados de sus propias tropas, a fin de rendirlos. 
De Bizancio y por el norte de África llegó a Italia y desde ahí se expandió por toda Europa, llegando incluso hasta Escocia, Suecia o Curlandia, en 1350. Parece repetirse la historia. 
En Italia, nobles y burgueses, al ver lo que en las ciudades sucedía, huían a sus villas, al campo, extendiendo la epidemia. También ahora Madrid, Barcelona, Milán y otras ciudades han experimentado lo mismo. Así se propagaba el mal que traía la pulga de la rata negra, asiática, pero también un virus más mortífero que por el aire se transmitía y mataba a nueve de cada diez infectados.
Uno de cada cuatro murieron en Europa. En Francia y Alemania, casi la mitad de la población desapareció barrida por esta oscura muerte. Florencia pasó de tener cien mil habitantes a la mitad; Venecia perdió setenta mil habitantes cuando tenía antes cerca de cien mil, Barcelona vio morir a 38.000 habitantes, tenía antes 50.000... Boccaccio, en el Decamerón, cuenta algunas historias de quienes se encerraban. Fue un desastre humano y económico que produjo, a la vez, al acabar, cierta relajación de costumbres y en otros una mayor devoción religiosa, pero también revueltas sociales y cambios en el sistema de vida, como la Jacquerie, con grupos de hambrientos campesinos matando nobles, motines que afectaron incluso a París. 
La peste no acabó de golpe y hubo varias oleadas entre 1348 y 1350, reapareció en 1630 en Milán (relatada por Manzoni en su obra cumbre: Los Novios), en 1665, en Londres (Daniel Defoe la describe en Diario del año de la peste) y, en 1702, en Marsella. Ya no volvió a Europa pero sí se dio en el s. XIX en Hong Kong y algunos soldados en Vietnam la sufrieron. Todavía hoy parece persistir en ciertas zonas de África, Suramérica o Asia.
Sea este coronavirus natural o artificial (hablaremos de ello), no parece tan mortífero, pero en nuestros diarios podemos ir describiendo lo que hacemos en nuestro tiempo.