Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Carcoma

02/09/2021

El Presidente del Gobierno volvió a usar ayer la magia de la demagogia cuando, al hablar de la recuperación para pedir que nadie se quede atrás, citó una paupérrima subida del salario mínimo sin referirse para nada a la inflación. Comienza el nuevo curso con la espada de Damocles de los precios sobre la cabeza de todos nosotros. La pandemia y el puñetero precio del gas están pulverizando los récords recientes de la inflación en las economías más desarrolladas. España no es ajena y lo veremos, especialmente cuando llegue el recibo de la luz de estos meses, como ya lo estamos viendo al repostar combustible o en el super.

Advertía ayer De Guindos desde el Banco Central Europeo, que los países más endeudados tendrán que tomar medidas extra, cosa que nos concierne con nuestro bonito déficit y la opulenta deuda. Y un Gobierno que como toda norma tiene el gasto infinito. El episodio del IVA de la electricidad de este verano es el ejemplo más elocuente. Cientos de millones de euros que se dejan de recaudar (es decir, que acaban pagando los contribuyentes sean o no usuarios) y que en dos días queda pulverizado por la realidad del mercado. 140 euros megavatio y subiendo. Un escándalo.

La eliminación de los peajes, convirtiendo en paganos de las carreteras a todos los españoles en lugar de los que las usan, o la fosilización de la calentura de los precios en forma de subida extra de las pensiones son otros ejemplos de gasto irresponsable en un momento en que solo debería preocuparnos la competitividad para que los jóvenes encuentren trabajo y la sostenibilidad de las finanzas, aquejadas de una deuda rampante.

Llegarán los halcones del BCE, impondrán su ley, volverá la prima de riesgo, subirán los costes de financiación y volverán las oscuras golondrinas. Aquí nadie habla de austeridad o de optimización. Manirrotos y gastones, nos debatiremos entre la salud y la enfermedad en menos que canta un gallo. Al tiempo.