Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Los bisagra

05/07/2019

Se cumplen ahora 40 años de municipalismo democrático en España, un periodo en el que los ayuntamientos han experimentado cambios importantes, las ciudades resultan irreconocibles y la modernización de las estructuras administrativas han posibilitado que los habitantes no solo decidan en parte su futuro de convivencia, sino que también hayan tomado conciencia de la corresponsabilidad en la gestión de lo público. Cuatro décadas de alcaldes surgidos de la voluntad popular, sometidos igualmente a la sanción de los vecinos cada cuatro años.
Si en algún estamento de la vida pública se aprecia realmente la importancia y virtualidad del sistema democrático, sin duda es en la elección de los concejales. Los medios de comunicación suelen poner su atención en las grandes ciudades y esta circunstancia provoca que con frecuencia los resultados electorales sean analizados con criterios de estrategias de partido, sin otorgar la importancia que merecen esos pequeños núcleos de población, donde el voto de cada vecino tiene nombre y apellidos y no tanto responde a las siglas de un partido.
Sin embargo, existe un mal que cuarenta años no han corregido: la sobredimensión de los partidos bisagra. Son esos grupos políticos que en ocasiones con un solo voto son capaces de someter a sus caprichos, o a sus intereses particulares, a corporaciones de decenas de representantes. Existen sobrados ejemplos y en la mente de todos seguro que existe el nombre de algún concejal abonado al chantaje, por más que en otros casos el representante único o minoritario también fuera coherente, y decente, con su propia singularidad. Suelen ser aves de vuelo corto, porque finalmente acaban siendo vomitados por el sistema. Pero este hecho los hace aún más peligrosos, porque a la falta de escrúpulos añaden la conciencia de su propia inestabilidad, de su importancia nula o coyuntural, circunstancia que suele provocar ansia ilimitada por acumular réditos en tiempo que sospecha reducido. La democracia tiene capacidad para corregir estos males, pero eso no ocurrirá porque siempre habrá una parte favorecida por esta perversión del sistema.