Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Pulso en el PP

21/05/2021

Siguiendo el principio verbalizado por Göbbels (una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad), el PPP persiste machaconamente en anunciar el final de la estancia de Pedro Sánchez en La Moncloa, aunque no le pone fecha concreta a la firma del finiquito. Pablo Casado salió envalentonado de los comicios madrileños y se atribuyó sin complejos, con osadía, el triunfo más que personal de Isabel Díaz Ayuso. La victoria sería la señal inequívoca de un cambio de tendencia, el vector fuerza sin posibilidades de quiebros que impidan la mayoría absoluta del tándem PP-VOX en las próximas elecciones generales.
El manual de campaña parece claro. El problema para Casado es que las elecciones no las convoca él, sino Pedro Sánchez. Y si la aritmética parlamentaria no cambia, y nada hace pensar que algo así pueda ocurrir a corto plazo, no existen signos visibles de que haya elecciones ni en este ni en el próximo año. Cabe interpretar por lo tanto la estrategia montaraz de Pablo Casado en clave interna. Anunciar el apocalipsis ha sido utilizado por todas las religiones como el mejor medio para acallar discrepancias, dudas y quejas. Y la duda razonable que recorre la espina dorsal de los populares es si la señora Ayuso ofrece mayores garantías de victoria frente a la izquierda que lidera Pedro Sánchez. La incógnita que las encuestas conocidas no desvelan es si el electorado madrileño es representativo de la derecha en el resto de España, si los castellanos y leoneses, por ejemplo, también reclaman fundamentalmente libertad para salir de cañas y tapas en pandemia o si, por el contrario, por estas tierras la exigencia tiene más que ver con ciertos criterios de asistencia y justicia social y pragmatismo en la aplicación de una política económica rigurosa frente a los desequilibrios territoriales. El pulso soterrado de Casado frente a Ayuso sobre el tablero de la presidenta madrileña tiene dos grandes inconvenientes: España no es Madrid, la mayoría agradece posiciones de Estado frente a la astracanada, y parece imposible que la tensión sin otra base que la mentira, o la exageración no plausible, pueda prolongarse durante dos años. Demasiado tiempo en política.