Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


De vuelta a casa

05/09/2022

Ya imaginarán que, en estos días primeros de septiembre, cuando hablamos de la vuelta a casa, estamos pensando en que se acabó el asueto, al menos para quienes hayan, o hayamos, tenido la suerte de disfrutarlo. Así que no es tanto una vuelta a casa en el sentido material, sino más bien una vuelta a la actividad que desarrollamos a lo largo del año; también a la rutina en que se desenvuelve la vida en muchos casos.

Estaremos pensando que este verano venía planteado como un verano prácticamente normalizado. Dábamos por cierto que la pandemia, aunque siguiera ahí latente, ya no era un inconveniente serio que impidiera cumplir un plan de vacaciones de la forma en que lo hizo los dos años anteriores. Los datos sobre viajes realizados estos meses, seguramente muchos de ellos aplazados en esos años, es una muestra bien clara de que dábamos por superadas las restricciones; la afluencia a los lugares habituales de esparcimiento, en mar y montaña, a los pueblos de origen, a establecimientos públicos de reunión y ocio, a las fiestas de cada localidad, etc., indican lo mismo.

Nos disponíamos, pues, a vivir un tiempo razonablemente placentero, sin mascarillas ni distancias. En ese aspecto, así ha sido. Pero ahora, a las puertas de un nuevo periodo de actividad normal, no dejaremos de reconocer unas cuantas calamidades que nos han acompañado de manera insistente, y que siguen ahí, amenazantes, también si ya no somos tan conscientes de lo que suponen. Ahí está todo: las olas de calor, unas seguidas de otras, como nunca se conocieron; los descomunales incendios forestales, que han devorado hectáreas, edificios y vidas; la escasez de agua, con una prolongada sequía de consecuencias aún por ver, mezclada con tormentas e inundaciones tremendas; la amenaza energética, unida a la escalada de los precios con índices de inflación tanto tiempo desconocidos. Y accidentes horrendos en la carretera, y en los encierros de las fiestas, y hechos violentos que cada día llenaban páginas en los periódicos.

Parecería como si el hueco de fatalidad que va dejando la pandemia se empeñaran en ocuparlo el cambio climático, las guerras, y sus consecuencias más negativas, de manera que no vivamos tranquilos. Por eso urge pensar en lo que todavía tiene remedio.