Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


El insulto al campo

04/02/2020

La izquierda española, o los que como tal se intitulan, que a lo mejor son otra cosa, no parecen encontrar mejor respuesta sobre el mundo rural que el paternalismo, el desprecio y el insulto. Empiezan con la procesión de plañideras asfálticas de la España Vacía, prosiguen con los ataques de la ministra "gretácea" satanizando el gasoil y la caza y concluyen con el preboste de UGT tildándoles de caciques carcas.

A lo que parece, aunque ya lo del martillo obrero es algo que no han usado ni para colgar un cuadro en chalet, la hoz de campesino es que no saben lo que es siquiera. Y es que cada día es más real eso de que para ser en España de izquierdas es condición previa figurar inscrito en la nómina de colocados, asesores, cargos y mesnadas ministeriales o ser rico, bastante rico, por su casa, no haberle dado palo al agua en vida y no ser de campo, claro. El campo es el sitio donde se va de relax los fines de semana para iluminar a los campuzos sobre lo que deben hacer con sus cultivos, bicheríos y costumbres.

La respuesta que se está dando a la rebelión de los agricultores y los ganaderos por parte de la izquierda es fiel reflejo de lo dicho, que podría llamarse caricatura sino fuera la realidad más cruda. La ministra de Medio Ambiente, o como ahora se llame la cosa, Teresa Ribera, tiene por el sector primario y el medio rural la sensibilidad de un alimoche. Cada vez que habla, les ofende. Y de paso a lo que hacen, como cazar, que si el hombre llegó a hombre es porque comenzó a cazar hace 2,5 millones de años y el genero "homo" comenzó su marcha hacia el "sapiens". Ella lo prohibiría y, según su doctrina, pasado mañana también la ganadería, pues no es otra cosa que caza estabulada en proporciones gigantescas como obligan las necesidades de comer de 7.500 millones de seres humanos.

Por esa senda misma avanza el podemita colocado por Iglesias en Bienestar Animal, y Amargura Ganadera, habría que añadirle al nombre, cuyo "pensamiento" es, amén de un delirio similar al de los gallos violadores, un ataque la ganadería sea esta cual fuere. Considera que cometen delito de robo y explotación contra sus vacas por ordeñarlas. Y que por tal causa los terneros deberían encausarlos por haberles quitado su leche. El pilón, si algo de sensatez quedara, debería ser su lógico destino si se le ocurre aparecer por cualquier pueblo, pero Iglesias lo ha hecho Director General, con una pasta gansa que le pagamos todos, y con poder para amargar la existencia a todo aquel que tenga a su cargo desde un buey a una gallina.

Pero si hay algo que ha compendiado mejor que nada el sentir de esa izquierda sectaria, elitista y trincona ha sido el ínclito secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, antes Josep, cuando estaba de jefe en Cataluña apoyando a los separatistas en quitarnos el voto y el derecho a decidir soberano a todos los demás españoles. Pepe-Josep-Pepe, lleva en la poltrona sindical, o sea liberado, desde que tenía 19 años. O sea ¡45 años! Y hasta que se jubile y quiera, que para ello le hemos pagado entre todos hasta las cotizaciones. Pues para este "obrero" los campesinos que protestan estos días son todos una panda de terratenientes y de carcas. Una suerte de caciques feudales reciclados en extrema derecha que pretenden con esta revuelta mantener sus privilegios. Una casta vamos, como si hubiera alguna casta más casta, más opaca y más untada de fondos públicos que la que él representa.

El campo español vive momentos de zozobra. El desplome de precios recae en un 90% sobre el productor de los alimentos, que se ve obligado a vender a precios incluso por debajo de su coste y que vive cada vez más del crédito y ve cómo sus explotaciones se hacen cada vez más inviables. Y encima aún tienen que aguantar que les insulten.