Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


La catedral

21/03/2019

Cuando se le acercó el arquitecto al cantero que pulía la piedra y le preguntó, obtuvo una respuesta distinta del resto de los operarios a los que iba interrogando durante los trabajos de la construcción de la catedral. El resto habían contestado que su trabajo consistía en labrar la piedra. Pero aquel hombrecillo pequeño, menudo, replicó: «yo construyo una catedral». Que no es lo mismo.

En la edificación piedra a piedra de esta Comunidad de nuestros amores, el reto del VIII Aniversario de la Catedral de Burgos llegó el martes al corazón de Europa con una cita en Bruselas cargada de simbolismo que representa el agregado institucional concitado por esta efeméride. Factor adicional a otros tantos, a mayores: la cultura provechosa, el pasado como antecedente y no como antagonista. La garra del producto turístico en la trazabilidad de la economía de las tierras de interior.

La catedral de Burgos es una de las elaboraciones más dignas de las que esta tierra puede alardear. Su museización es primorosa y de posibilidades prometedoras. Quien visita el conjunto que se oferta termina con esa satisfacción que te da haber aprendido algo nuevo sobre la belleza. Y lo más importante: sales con ganas de más Burgos y de más cultura.

Total, que los 800 años son un excipiente de aquí te espero para un producto así. Y un subidón que Europa - que en buena medida es la ‘Europa de las catedrales’-, cobije una exposición preeliminar sobre la cita referenciada al 21 de julio de 2021. La Fundación está haciendo su trabajo a conciencia y conviene que algún despistado copie la fórmula, no vaya a ser que catedrales como Palencia (que también en 2021 cumple años) se queden sin su tarta. A menos que lo que realmente quieran es celebrar también el octavo centenario. Es decir, dentro de cien. Que unos pican piedra y otros construyen catedrales.