Se nos fue doña Vicenta, la abuela de Castilla y León, con sus 111 años una de las más longevas de España. Murió ayer en la residencia la zamorana localidad de Santibáñez de Vidriales, donde residía. Testigo de su siglo y sobre todo testigo de aquella gripe española que la pilló con nueve años de edad y durante la que tuvo que enterrar a mucha gente, los que como entonces como ahora, caían como “chinches”. Y a su edad ha salvado la segunda pandemia pero no ha podido con la edad. Doña Vicenta ha claudicado por la senectud.

Ya murieron todos sus hermanos, ya no le quedaba familia directa, pero a decir de quienes la trataban, le seguía sobrando a raudales el brillo que irradiaban sus ojos, pizpireta expresión de una personalidad típica de estos lares. Ahora que experimentamos el sabor amargo de la muerte de nuestros mayores, quiero dedicarle este espacio a la fortaleza de nuestros abuelos y nuestras abuelas que, encastrados en la tierra como altorrelieves con vida, protagonizan la historia de la Castilla que  heredamos y que tanto un tanto estamos apaleando.

Doña Vicenta Prieto Santos era zamorana, de la comarca del Tera, de Santa Croya, una mujer longeva de las que tanto abundan entre nosotros y cuyo  tesoro fueron su memoria patrimonial y el ejemplo de su esfuerzo: justo lo que nos falta para tiempos de penuria como éste, donde parece que todas las plagas se nos hayan caído encima

Con la Covid masacrando a nuestros mayores, brindo por doña Vicenta, cuyo funeral tiene lugar este jueves, y al despedir a la abuela de Castilla y León, con sus 111 años sobrados, miro hacia arriba, el cielo ése alto de tanto mirarlo, en busca de respuestas de futuro en los recovecos de la historia.