Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Lo que pasó

15/07/2019

Pasada que fue la investidura, investido que fue el presidente de la Junta, nombrado que fue el Gobierno regional, es momento de darle una vuelta a lo que pasó; también de desear suerte y acierto. Lo que el futuro vaya deparando, el tiempo lo dirá; lo que será, será, que decía una bella canción de cuando yo era joven. Pero lo que pasó, pasó.
Y lo que pasó admite análisis desde puntos de vista bien variados, aunque luego todos tengan cierta relación entre sí. Desde un punto de vista estrictamente político, lo que pasó es que dos grupos, que sumaban mayoría suficiente entre sí, llegaron a un acuerdo que les ha permitido formar un gobierno de coalición; el acuerdo tiene ese doble alcance de listado de medidas convenidas y de reparto de consejerías. Si la naturaleza de la política se redujera a eso, nada que objetar. Pero la cuestión es que la política es, o debe ser, algo más elevado, y más noble, y más valioso, que la suma matemática y el reparto de poder. Eso es lo que decimos todos; con buena o mala conciencia, pero lo decimos.
Es entonces cuando entran en juego las otras dimensiones de la política; o sea, los valores, la ética civil, la calidad democrática, también la estética. Y todo esto es lo que hace que siendo objetivamente legítimas algunas decisiones políticas, no lo sean tanto desde estas otras perspectivas. Pues este es el caso, en mi sincera y humilde opinión.
Se mire como se mire, el resultado electoral, visto en términos democráticos, pedía otra cosa; no sólo porque los compromisos adquiridos en la captación del voto apuntaran a ello, también porque la voluntad ciudadana expresada en las urnas fue claramente en esa dirección.  Que el partido gobernante descendiera de 42 a 29 escaños y siga gobernando en coalición, con el apoyo de otro que subió de 5 a 13 haciendo parte principal de su discurso la conveniencia de un cambio tras largos años de monopolio, no es muy edificante; no lo es en lo estético, desde luego, y creo que tampoco lo es en el plano de la sana ética democrática, que es esa que toca la fibra de los principios. Y dejo de lado los acuerdos paralelos que funcionaron como precio para éste. Había esta vez una minoría destacada, con un notable crecimiento de 25 a 35 escaños, lo que permitía un interesante escenario de gobierno llamado al diálogo. Bastaba la abstención para dar cauce al veredicto ciudadano, tan favorable esta vez a la alternancia. Pero pasó lo que pasó.