Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


El fuego

02/02/2023

Desde antiguo, el fuego, en una de sus múltiples acepciones, ha sido considerado como una prueba, de las más taxativas, por cierto, para evaluar la calidad de quienes eran sometidos a ella, su fortaleza y determinación. Examen decisivo de calidades. Un grupo de paisanos nuestros acaban de ser desafiados por ella: el equipo de Cascajares.

La condición altamente simbólica de esta empresa palentina permite manejar sus señales con un sentido trascendente, el que ofrece por ejemplo la dimensión sacrificial de la "hekatombe" con la que los griegos consagraban la vida de sus animales a los dioses para pedirles impulso. Esa condición señalética de la obra de Alfonso Gimenez y Paco Iglesias indica el camino del progreso, desde la iniciativa personal, el esfuerzo de juventud, la reinversión financiadora de la reinvención, la búsqueda de la excelencia y de lo nuevo… Los perfiles que salvarían a Castilla y León de la decadencia.

Así que la hecatombe depurativa sería el fin del principio: una nueva Cascajares debe ser erigida más fuerte que la anterior porque de la desgracia se emerge más sólido, producto no ya de la fortuna providencial sino de la fatalidad. Y ése objetivo tiene que ser colaborativo, porque sólo desde la empatía se puede justificar un esfuerzo de estas dimensiones. Es el tiempo de las oportunidades: ocasión de que las administraciones acrediten que están capacitadas para hacer lo que dicen que hacen, oportunidad de que las entidades asociativas allanen los caminos y de que quienes han padecido calamidades semejantes en el pasado aporten su experiencia recuperativa. 

A veces nos lamentamos de carecer de objetivos comunes para mostrar músculo: ya tenemos uno y bien hermoso: que los capones vuelvan por sus fueros, más rechonchos y suculentos, mejor pronto que tarde. Nuestra noción de modernidad hace imprescindible este retorno. En un momento en que confundimos el fin con los medios no está de más un toque de atención como este.