Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


La invisible discapacidad

22/05/2019

Aun sin dejar de reconocer los significativos avances en materia de inclusión social, creo que todavía hay un trecho importante que debemos recorrer como sociedad. Son varios los frentes y múltiples los aspectos a mejorar, pero no estaría de más empezar por asumir, por ejemplo, que las personas con discapacidad intelectual tienen capacidades y que todos los que pensamos que somos ‘capacitados’ tenemos nuestras discapacidades. Ya con ese ejercicio de reconocimiento de la realidad que nos rodea habremos dado un primer paso necesario y muy significativo.

Tenemos que cambiar nuestra forma de interactuar con quienes tienen una situación simplemente diferente a la de otra parte de la población, por mayoritaria que ésta sea, hablando con normalidad y sin esa compasión hipócrita que, lejos de acercarnos, nos distancia. No entiendo tampoco esa inveterada costumbre de hacer invisible a una persona por el hecho de presentar un determinado grado de discapacidad intelectual. Y me refiero en concreto a esa reiterada petición que los centros asistenciales y los mismos tutores suelen hacer a los medios de comunicación para tapar o, al menos, disimular los rostros de las personas mediante el uso de píxels. ¿No piensan ustedes que la mejor herramienta de inclusión es la propia normalización de las cosas? Esconderles o tratar a estos ciudadanos con esa marcada diferenciación no conduce más que a agrandar el problema. Pareciera que nos da miedo y hasta vergüenza, cuando deberíamos erradicar ese trato diferencial desde las más tempranas edades. Coincidirán conmigo en que el mayor síntoma de inclusión social entre quienes tienen diferentes capacidades y quienes solo tienen algunas menos es, precisamente, la igualdad entre las personas, con independencia de si un test te presupone para una determinada carrera profesional de éxito o, por el contrario, te empuja a sentirte infravalorado.

Hay, como decía, mucho camino por andar, de ahí la necesaria conciencia colectiva y el imprescindible cambio conceptual de las cosas, desde el propio lenguaje al comportamiento individual de cada uno de nosotros. Y de esto, poco o nada se habla últimamente en tertulias y debates.