Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Neoinquisición

11/10/2020

Extraño. Una encíclica progresista, fácilmente asumible y que bien podría ser muy aplaudida por tantos pensadores o políticos de izquierdas, pero es desdeñada por meros vocablos. El artículo en aquel periódico nacional y antaño muy prestigioso recogía una crítica, más que un análisis, de la última encíclica del Papa Francisco, Hermanos todos. Poco importa que el papa actual, siguiendo la doctrina del Maestro nazareno, criticase por igual al neoliberalismo o al populismo, al capitalismo atroz o aquellos modelos económicos que se ponen por encima del hombre, lo esclavizan y hacen sufrir a los pueblos. 
Lo más llamativo es que junto al artículo que pretendía resumirla, criticándola también al señalar que nada nuevo en el fondo aporta a la doctrina del Crucificado, aparecía un texto de una supuesta experta en historia de la Iglesia reclamando que «faltan las hermanas», como si no estuvieran incluidas en el título, por ser el enunciado, como en buena parte de las principales lenguas occidentales, en «masculino» inclusivo. 
Fratelli tutti, Hermanos todos, habla de todos. ¿Neutro? No hace falta duplicar en el lenguaje todo en ambos géneros porque el género lingüístico no equivale al sexual, y si no hay contraindicación o se especifica lo femenino, es ya incluido. El papa citaba a un autor medieval, San Francisco de Asís, y aun así pretenden algunos que debía «traducirlo» al lenguaje duplicativo propio del radical feminismo que poco a poco intentan imponernos.
Un texto que bien merecería el aplauso general es crucificado porque no sigue las normas de esta especie de neoinquisición feminazi que se obsesiona, entre puritanos modos, para censurar cualquier forma de lenguaje con el que nos hemos entendido siempre. Si se impusiera un día, los jóvenes no podrían leer o entender a Machado, Galdós, Valle Inclán, Lope, Calderón, Santa Teresa de Jesús o Cervantes. Prefiero entenderme con estos genios que con los intelectualoides obsesos y censores de nuestro tiempo.
Poco importa que la encíclica hable del destino universal de la humanidad y los bienes de los que disponemos, que hemos de compartir con los otros, nuestros hermanos. Poco importa que se recuerde que entre cristianos la propiedad privada no es derecho sagrado y absoluto sino que ha de servir a quien la posee y este, si es justo, difundir y compartir como pueda los bienes, pues si no, ¿qué familia, qué fraternidad hay?
La neoinquisición en vez de buscar la justicia se centra en la forma del lenguaje, o la lenguaja, y el resto parece que no importa. Por eso, cada vez más brota un rebote o rechazo de estos modos de imponer el pensamiento único, pero ahora es el de una izquierda rancia que ha perdido el rumbo y se confunde en lo superfluo.