Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Bastardo consuelo

29/05/2020

La primera salida no podía evitar cierta aprehensión de vulnerabilidad. Sensaciones ambiguas ente rozar el delito y el miedo al contagio. Después, poco a poco parecía recobrarse seguridad escudados tras la mascarilla y por el natural deseo humano de olvidar lo peor. Hasta que un encuentro fortuito te abofetea con la realidad.
Sé que ha muerto tu marido, cuanto lo siento, me hago cargo de tu dolor y sé que de nada sirven las palabras de ánimo, aciertas a balbucear frente a frente en la acera. Gracias. Trato de hacerme a la idea, pero es difícil, te responde. Uno no quiere mostrarse morboso, evita ahondar en la herida, pero tampoco pretende dar la sensación de desapego y falto de empatía. Así que casi más con un gesto que con unas palabras, animas a la viuda a que siga hablando.
Fue todo inesperado. Comenzó a tener los síntomas del virus. Llamamos a urgencias y enviaron una ambulancia. Me dijeron que no podía acompañarlo y que tampoco se me permitiría la entrada en el hospital. Que me informarían por teléfono. Cuando me llamaron unos días más tarde me dijeron que había muerto, que iban a incinerar su cuerpo y que me avisarían para recoger sus cenizas. Han pasado dos meses y todavía soy incapaz de creerme que todo eso haya ocurrido.
Uno no tiene respuesta para tanto dolor. Y mientras caminas por la acera piensas que hay 27.00 familias que viven el mismo drama, dos mil en las nueve provincias de Castilla y León. Y aunque la situación ha mejorado, ya hay Ucis y no hay afectados muriendo en los pasillos de los hospitales, todavía persiste el goteo de nuevos casos y de fallecidos. Y no alcanzas a entender esa otra realidad, la que te estampan los medios de comunicación cada día. Los políticos han amortizado el dolor y nos muestran lo peor de la condición humana. Los criterios de los expertos sanitarios se ponen en cuestión y se mercadean leyes y normas que afectan a la salud, a la vida, con dadivas electorales. Acaso algunos se consideran inmunes. Y si no lo son al virus, sí lo parece a la perversión de los sentimientos nobles. Solo desde el cinismo es posible entender que, a la misma hora, los mismos oficialicen días de luto. Bastardo consuelo.