Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


Marlaska y el armario

27/04/2021

La verdadera salida del armario de Marlaska nada tiene que ver con su respetabilísima, libérrima y reconocida opción sexual. En absoluto. El destape del ahora ministro y antes respetado juez es otro y este sí que conlleva el descubrimiento de alguien y algo que había permanecido oculto y ahora se ha desparramado dejando perplejos y en muchos casos decepcionados y avergonzados a los que le profesaron admiración y respeto.

Tras hacer sus primeros pinitos en la rebaba de la política de la mano del PP fue captado como ministro por Sánchez para la cartera de Interior. Muchos pensamos -me cuento entre ellos- que dada su trayectoria judicial y sus años de batalla contra ETA y sus asesinos sería un valladar del Estado de Derecho en la defensa de las víctimas y del estricto cumplimiento de las leyes. Pero fue coger la cartera y transmutarse de inmediato en lo contrario. Marlaska es hoy sinónimo de traición a todos los principios que el mismo declamaba, de humillación de las victimas y de favores obscenos y continuos a sus verdugos de desamparo a su subordinados, las fuerzas y cuerpos de seguridad, desde las terribles noches catalanas, su rendición al separatismo, la retirada de la Guardia Civil de Navarra y su violación de la leyes al cesar tiránicamente al coronel de los Cobos por negarse a cumplir su orden de conculcarlas .

Este episodio es el que más y mejor exhibe su absoluta y ya total desvergüenza, pues en él se conjuga el sectarismo político con su condición de juez para proceder al pisoteo de las leyes y de los servidores del estado que las respetan y cumplen. La reciente sentencia de la Audiencia Nacional ha sido demoledora y contundente. Se había destituido al coronel de los Cobos por negarse a acatar la orden expresa de la directora general, a instancia de Marlaska, de que vulnerara la ley y la orden directa del Juez Instructor de mantener una investigación en secreto. Se ordenó la reposición del coronel en su cargo, pero utilizando subterfugios legales para retrasarla, Marlaska y su directora de la Guardia Civil se resisten a cumplirla.

Lo último en su peripecia, tras la recepción de unos sobres con cartuchos de bala y amenazas, ante lo que solo cabe una respuesta, la condena sin paliativos, la investigación, que es cosa de su ministerio y el castigo al responsable, ha sido el entrar en el paroxismo de la sobreactuación desaforada. Del brazo y del ramal de la extrema izquierda populista y más antidemocrática y violenta ha clamado el "argumento" final de esta encenagada campaña de que aquel que no les vote a ellos es un fascista. Ha ido más lejos, se ha llevado a la tribuna del mitin a la Directora General de la Guardia Civil con lo cual inflige otra herida importante al respeto institucional por ese cuerpo al que habría que preservar a toda costa alejado de la pelea política y menos meterlo a participar en ella. Su personal conclusión, inaudita en un juez y terrible en un ministro del Interior ha sido declarar unilateralmente "organización criminal" al PP, principal partido de oposición nacional y de gobiernos en muchas autonomías y ayuntamientos, en su totalidad y conjunto.

Fernando Grande-Marlaska fue un juez en el que muchos depositaron confianza y que se hizo merecedor de ella. Es ahora el ministro Marlaska quien pisotea todo aquello y escupe sobre su propio retrato. El Marlaska de hoy es el mejor ejemplo de la peor degradación que producen el poder la política. Alguien inhabilitado, lo está éticamente por esa sentencia que le afecta, para continuar en su cargo y que ha de estarlo también como juez en un futuro. O es que alguien que no sea de su cuerda partidista y sectaria puede tener con él presunción de imparcialidad alguna.