Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Elecciones en tiempo de pandemia

19/05/2020

Nunca se habían celebrado unas elecciones autonómicas en una situación sanitaria y política como la derivada de la crisis del coronavirus. Desde esa perspectiva resulta difícil saber si en el comportamiento de los ciudadanos vascos y gallegos convocados a la urnas el próximo 12 de julio, una vez concluido el estado de alarma y con los contagios controlados, tendrá un peso determinante como han afrontado cada uno de los gobernantes regionales la emergencia, mucho más leve en el caso gallego, más grave en el caso vasco, donde se han cometido más errores y hay mayor marejada de fondo.

Antes de que la enfermedad de la COVID-19 obligara a suspender las elecciones previstas para el pasado 5 de abril la previsión era que el PNV volviera a ganar con soltura los comicios, con la posibilidad de aumentar su número de escaños pero sin pasar de los 29 actuales a los 38 que marcan la mayoría absoluta, por lo que tendría que mantener el apoyo del PSE para lograr un gobierno todavía más estable. Frente a esa posibilidad se levanta un hipotético e improbable tripartito formado por EH Bildu, segunda fuerza política, apoyado por Podemos y el PSE, que no parece dispuesto a suicidarse. En el caso gallego, la reelección de Alberto Núñez Feijóo estaba en el aire con un escaño arriba o abajo que marca la diferencia entre la mayoría absoluta y la pérdida de la joya de la corona.

En el caso vasco se da la novedad del primer ensayo de coalición electoral entre PP y Cs que han mantenido la alianza a pesar del distinto camino que han tomado en las últimas semanas ambos partidos frente a la posición del Gobierno, tras la elección de Inés Arrimadas al frente del C's y su voluntad de centrarlo. La candidatura del centro derecha estará encabezada por Carlos Iturgaiz una apuesta personal de Pablo Casado, quien lo impuso frente a la voluntad mayoritaria de la organización vasca que mantenía su apoyo a Alfonso Alonso. Todo lo que no sea mejorar los nueve escaños con los que cuenta en la actualidad será un apunte en el debe del presidente del PP. Para los socialistas que el PNV siga necesitando de sus votos para gobernar con tranquilidad también llevará el mismo estado de ánimo a La Moncloa dado el carácter de socio prioritario de los nacionalistas vascos, que a su vez obtinen pingües beneficios de esta relación simbiótica.

La actitud de crítica constructiva que ha mantenido el presidente gallego con el gobierno central a lo largo de la crisis sanitaria, tan distinta a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, puede considerarse un activo y contribuir a que su gestión sea mejor valorada y que se traduzca en un respiro electoral que le permita cuando menos la mayoría absoluta.Todo a expensas del comportamiento de Vox que en la pasadas elecciones generales obtuvo 114.000 votos, apenas cinco mil menos que el BNG, mientras que a PP y PSG les separaron 10.000 votos y los socialistas recuperaron con solvencia la segunda posición, por lo que estarían en disposición de presidir un tripartito de izquierdas. 

Tanto en el País Vasco como en Galicia, el examen será más duro para Casado que para Pedro Sánchez, aunque ambos tienen mucho que perder. Será el primer análisis electoral que determinará si las estrategias adoptadas por cada uno de ellos ante la pandemia ha sido la adecuada y medirá el respaldo de los ciudadanos.