Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Operaciones de concentración

23/09/2021

La división en los espacios políticos de la derecha y la izquierda que tuvo lugar con el nacimiento de los partidos de la nueva política ha iniciado el camino de vuelta hacia la vieja normalidad, que mantendrá el esquema del bipartidismo imperfecto en el que los partidos mayoritarios necesitarán el concurso de las organizaciones que se encuentran en la misma onda ideológica. En estos momentos hay dos operaciones en marcha de concentración del voto que pueden alterar el futuro político, en un caso por la vía de los hechos, y en otro mediante una negociación política de altos vuelos, que lo más probable es que ofrezca resultados a ras de tierra.  

El PP ha iniciado el camino de la recuperación de su potencia electoral mediante la absorción de los restos del naufragio de Ciudadanos, a los que las encuestas dan por prácticamente desaparecido en el Congreso y dónde se celebren elecciones anticipadas. El único beneficiario de esos votos que se quedarían huérfanos es el Partido Popular, lo que le permitiría volver a ser la primera fuerza en las comunidades autónomas que han sido siempre sus feudos y que tienen un componente ideológico más conservador. Si la división entre PP, Vox y Cs, perjudicó el proyecto de Pablo Casado hace dos años, que el voto de la derecha se encuentre menos dividido puede darle la victoria electoral, porque la desaparición del partido naranja le permitirá no solo recoger más votos, sino estar menos pendiente de los restos que pueden hacer caer un escaño de un lado u otro. Se podría dar otra circunstancia adicional, que los partidos localistas que contribuyen también al fraccionamiento del voto acaben dando su apoyo al partido que pueda formar gobierno con mayor estabilidad por cuanto su razón de ser es allegar los mayores recursos para sus provincias o comunidades, y para ello nada mejor que la cercanía al poder.  

La segunda operación en marcha implica una mayor destreza política y más trabajo para convencer a los potenciales socios, con el agravante de que se traga de volver a unir lo que ya estuvo junto y que estalló por toda una serie de maniobras políticas y rencillas en las que se mezclaron los componentes ideológicos y personales. La candidata in pectore de Unidas Podemos, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, se ha impuesto un proyecto de ‘escucha activa’ al resto de formaciones a la izquierda del PSOE para presentarse en una casa común a las próximas elecciones. Empeño complejo y muy difícil de articular en aquellas comunidades autónomas donde Podemos realizó labor de zapa y no supo mantener alianzas externas con las confluencias ni resolver los problemas internos que surgían que no fuera mediante purgas que daban lugar a nuevas divisiones. Y si reanimar el acuerdo con las mareas es difícil, más lo es aún lograr el acuerdo con Más País de Íñigo Errejón, una de las primeras víctimas propiciatorias de Pablo Iglesias, que quiere dar alas a su proyecto político al calor del sorpasso al PSOE en la Comunidad de Madrid, y las buenas expectativas electorales de una izquierda más verde en el conjunto de Europa. Errejón está por dar calabazas a Yolanda Díaz, y esa pugna va perjudicar al PSOE. Primero, porque no pesca en ese caladero pese a la división; y segundo, porque no contribuirán a aumentar el bloque de escaños de la izquierda.