Aurelio Martín

UNA COL

Aurelio Martín

Periodista


Ciudad de las letras

14/06/2020

Cuando la cultura es denostada por un sector de la política y de sus parroquianos, aunque en el caso de Segovia sea la base para la construcción de su economía a través de los servicios –pese a que cada vez es más indispensable diversificar los sectores productivos, saliendo de la exclusiva del turismo y la hostelería–, supone una extraordinaria noticia que el Hay Festival, que en España tiene su sede anualmente en la capital, haya sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias a la Comunicación y a las Humanidades,  junto a la Feria del Libro de Guadalajara, concebidos como dos de los principales eventos culturales en español.   
La concesión respalda la decisión que se adoptó hace 14 años, aunque ya se venía trabajando desde 2005,  por unas instituciones que supieron ver la oportunidad de concentrar en Segovia, por unos días, a pensadores, escritores o artistas, incluidos algunos premios Nobel, para debatir y conversar, en un ejercicio de libertad, compartiendo los eventos con el extraordinario patrimonio histórico artístico que tiene la ciudad y, desde luego, con los ciudadanos, ya que es tradición que los invitados formen parte de la población, durante unos días, salvo casos puntuales, como Carlota Casiraghi, hija de Carolina de Mónaco, que apareció envuelta en una burbuja de escoltas y paraguas para ocultarla. 
Cuando impera un clima de crispación,  la opinión rápida, sin análisis previo, cercana al insulto y con un corte partidario y populista, solo queda el crecimiento intelectual del individuo y  el cultivo del pensamiento como elemento enriquecedor, lo que se consigue en eventos como el galardonado que sigue adelante a pesar de que se habían ido cayendo apoyos y con las limitaciones impuestas por la pandemia. Pero habrá cita, un año más, en esta Segovia que aspira a ser designada por la Unesco como 'Ciudad de las letras'. 
El ambiente que vivimos es difícil para el desarrollo de la cultura, la que puede imbuir al individuo de un espíritu crítico y llenar su vacío interior, encontrándose a sí mismo a través de la lectura, el arte o la opinión razonada en un debate que no tiene por qué ser coincidente en planteamientos. Hay que recuperar esa capacidad de moverse libremente sin caer en la trampa de reaccionar como quieren los demás, por eso es aconsejable cultivar la mente. 
Cuando se va a celebrar la decimoquinta edición,  lo que se debe en buena medida al esfuerzo y tenacidad de la directora del evento, Sheila Cremaschi, y de quien sigue creyendo en esta apuesta, está demostrado que escuchar voces que cultivan la pluralidad de ideas, desde el diálogo, o acercarse a los movimientos artísticos, es un ejercicio que contribuye al enriquecimiento de la persona, sin caer en el misticismo, pero sí profundizando en el humanismo, olvidando lo banal que no propicia otra cosa que el enrarecimiento generalizado del ambiente, la contaminación del medio en el que nos movemos. 
Conviene taer al poeta Antonio Machado,  para recordar que la libertad no consiste en decir lo que se piensa sino en pensar lo que se dice.