Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Dos problemas

20/02/2020

Esto de León, nuestro Guadiana, tiene, a mi parecer, una doble vertiente: la emotiva y la económica. De la primera deben hacerse cargo los políticos, suturando la herida con cariño y escuchando todo lo que se pueda. De lo segundo, me temo que mejor tener lejos a los gobiernos tenor del informe que respecto de los Planes de la Minería acaba de hacer el Tribunal de Cuentas. En concreto, el triste final de 1700 millones de euros que no han servido ni para evitar la sensación de abandono ni para reactivar las comarcas, las leonesas incluidas.
Si el problema de León fuera una cuestión de dinero público podría arreglarse con dinero público. Pero no es sólo cuestión de eso. Dinero público a espuertas se echó y se sigue echando en un aeropuerto que no usan ni los gorriones. Dinero público se enterró en polígonos que ahora crían malvas, polideportivos que nadie usa y subvenciones que según se gastaron perdieron su efecto.
Si el de León, fuera un problema que se solucionara en un periodo corto de tiempo sería sencillo, porque con aplicar medidas de choque tendríamos andado el camino. Pero no: el de León es un problema de modelo económico de la España interior, cuya actividad prescribe y a la que hay que dotar de nuevas actividades para los próximos veinte lustros. Esta es una tarea demasiado importante como para dejarla en manos del Gobierno, de la Junta o de los sindicatos: se trata del reto de una sociedad al completo que tiene que saber que además de pedir hay que actuar. Que aquí todo el mundo de boquilla resuelve los problemas de modo diligente.
Los males que aquejan a la provincia leonesa no son exclusivos de León, al contrario, se padecen en Palencia, Burgos o Zamora. Lo que es exclusivo es ese sentimiento de agravio identitario que es el marchamo diferencial de esta disputa. Abordarlo con cariño y acierto es lo inmediato. Pero lo otro es un problema distinto.